Cuando busco respuestas a veces termino con más cuestionamientos que al principio, pero, poco a poco, he ido asimilando el conocimiento. He entendido que, por la desintegración sensorial propia del autismo, cada cosa que sientes y percibes nadie más puede hacerlo como tú, ni siquiera otro pequeño con un diagnóstico similar al tuyo. Entonces decidí prestarte más atención y observarte con detenimiento y descubrí la maravilla de tus sentidos.
Eres capaz de escuchar a detalle los instrumentos y los tiempos que llevan tus canciones favoritas, sobre todo las de rock… hasta aprendes las letras sin conocer el idioma porque te gusta prestar atención y escucharlas repetidamente. Pero a la vez, el sonido de la licuadora y el de un camión que va compresionando son demasiado fuertes para ti, obligándote a tapar tus oídos para minimizar el mal rato.

Ponerte zapatos nuevos o hacerte probar algunos en una tienda es un verdadero reto, pero cuando has logrado acomodarte a ellos tienes un estilo muy peculiar de caminar: caminas con una mezcla del paso firme de tu papá con el aire soñador que llevan mis pasos.
Es impresionante la habilidad que tienes para colgarte, columpiarte y sostenerte de columpios, hamacas, pasamanos y demás lugares, he tenido que aprender a controlar mis nervios porque eres mucho más fuerte de lo que imaginé. Sin embargo todavía te hace falta mucha fuerza para tomar tus crayones y poder hacer trazos con precisión.

Cuando te encuentras en un ambiente completamente nuevo pareces temeroso de explorar, pero la curiosidad te gana y poco a poco vas observando y hasta notas detalles que mi vista no habría logrado percibir si no es porque me los mencionas.
Te gusta que te pongan atención, pero no te gusta que invadan demasiado tu espacio, a menos que conscientemente quieras dar un abrazo o un beso, porque ser un niño cariñoso te ha caracterizado desde siempre.
Con todo esto, las respuestas han ido viniendo y más que las respuestas, todo lo que he aprendido de ti. He aprendido a disfrutar tus silencios, a compartir tus bailes y escuchar los detalles a los que no prestaba atención. He aprendido a caminar tras tus pasos, a veces lentos, a veces ligeros, a veces dudosos pero también a veces muy seguros y firmes. He aprendido a respetar tus tiempos para procurar afecto, para querer conversar, para jugar e incluso para buscar reír a carcajadas. He aprendido que existe una muy delgada línea entre lo abrumador y lo maravilloso y vamos a explorar de la mano ambos lados.