Cualquiera diría que todos los días son iguales, al menos en estructura casi lo son….
Son iguales porque tenemos un horario para casi todo, pero entre cada cosa que hacemos nunca falta una ocurrencia tuya.
Son iguales porque frecuentamos los mismos lugares, pero siempre encuentras un detalle nuevo que te sorprende.
Son iguales porque las actividades diarias cumplen una rutina, pero tú sabes divertirte con bailes y cosas que inventas mientras las realizamos.
Son iguales porque con la repetición logras aprender, pero cuando aprendes algo es increíble verte haciéndolo por ti mismo.
Pero la verdad es que nuestros días son estructurados e increíblemente diferentes. Me sorprende cuando inventas algo nuevo, cuando ves las cosas pequeñas que por el afán de cumplir la rutina yo dejo de ver. Me sorprende cuando cuidas de tu hermana y en ocasiones hasta cuidas de mí, porque sin decírtelo sabes cual es el momento preciso en el que necesito un abrazo o una sonrisa. Me llenas el corazón de alegrías y satisfacciones cuando veo la empatía que tienes con los demás y cómo a tu manera logras conectarte con quienes te queremos.
Así es que nuestros días son como los días de cualquier familia, porque también hay berrinches, frustraciones y demás… pero hay mucha paciencia, empeño, amor y fe.