Tengo 2 adolescentes, un puberto y uno ya llegando a esas edades… Es por eso que últimamente me he dedicado a leer más de la cuenta de estas etapas. Esta semana investigué cuál es el proceso de las emociones en la adolescencia de un hombre  y cuál es la relación con sus papás.

Descubrí algo que ya venía percibiendo en mi casa y  les quiero compartir:

A los 13-14 años los niños empiezan a cuestionar su modelo (o sea a su papá)… en esta generación ( los genZ) se busca que toda autoridad esté respaldada con un prestigio bueno y es por eso que en estos años le ponen una gran lupa a cualquier conducta de su papá, por ser su principal modelo a seguir. Observan su conducta y su coherencia para ver si eso valida o no su autoridad.

Al mismo tiempo en que el padre  es sometido al más riguroso y cruel de los escrutinios, se da una relación de amor puro  y admiración por su mamá… Las  mamás somos para ellos, en este momento, lo mejor del mundo mundial (obviamente es una edad en que sufren de hambre crónica y las mamás somos las que generalmente los alimentamos 😉)

Las mamás despertamos en ellos la ternura, la necesidad de proteger, el cariño.  Les encantan los apapachos y el sentirse especiales y queridos.

Eso  nos da grandes ventajas, por ejemplo: las reglas las podemos poner nosotras y en la casa la mayoría de normas se cumplen muy fácilmente si sabemos fomentar el cariño que está naciendo en ellos de manera espontánea, obviamente con  mano izquierda y una gran sonrisa en nuestra boca.

Lo mero bueno empieza a los 16 cuando el escrutinio riguroso de los  defectos del papá se traslada también a las mamás e influye en la docilidad a la reglas familiares.

Es por eso que les quiero compartir 5 consejos que me he esforzado en poner en práctica aunque a veces no me han salido del todo como yo quisiera:

  1. Salir juntos, uno a uno: eso es elemental… aprovecharnos de las idas y regresadas y cuando te toque estar sola con uno, pasar por un helado y escucharlo… no preguntar, no aconsejar, no “interrogar”… a veces será una salida de contar chistes, otra de agarrar “flow” con la música en el carro, alguna rara ocasión será de escuchar sus confidencias. Pero el objetivo principal es crear una relación de confianza para que sepan que nuestras puertas están abiertas a cualquier tipo de comunicación con ellos.
  2. Dar razones:  a veces la mamás o los papás no tenemos un buen día y es importante que se enteren de lo que nos está pasando por la cabeza... no podemos estar trompudas y que ellos no sepan ni qué nos pasa, a veces es bueno explicarles por lo que pasamos… “hoy no pongas música fuerte porque no me siento bien”.   También es importante darles las razones de nuestras decisiones en su educación, ya no son bebés y ellos entienden nuestra forma de actuar si se los explicamos.
  3. Honestidad:  siempre, la cosas de frente y a la cara… siempre la verdad, siempre, siempre… en todo.  Eso es lo que fundamenta nuestra autoridad.
  4. No soy su amiga: nos podemos llevar bien, pero mi rol es de mamá y nuestra relación es de arriba para abajo. No somos iguales.
  5. Pedir perdón: cuando he hecho algo que nada que ver, o los regañé y no era su culpa. O llegué tarde por ellos. O no los escuché o se me salió lo bruja sin razón: pedir perdón, eso los hace grandes. Aunque a uno las palabras le sepan a vinagre en la boca.

Mi teoría es que si yo me esfuerzo  durante su niñez, pubertad y primera parte de la adolescencia, cuando llegue a los 17-18 años podremos tener una relación más armoniosa con ellos, que  al final es lo que buscamos los padres: estar cerca de nuestros hijos y ser parte de sus vidas cuando sean adultos. 

Mujer, esposa, madre de cuatro niños, hija, amiga, hermana, tía. Imperfecta, alegre, enamorada.