Últimamente he tenido varias conversaciones sobre cuánto dinero dar a nuestros hijos. Les voy a contar cómo funcionamos en la casa… Aunque no tenemos una postura rígida y en cualquier momento podríamos cambiar de estrategia, por el momento esto nos ha funcionado:
En mi familia, los adolescentes mayores tienen una cuenta de ahorros en el banco y una tarjeta de débito para gastos de salidas ordinarias.
No damos mesadas y mis hijos no obtienen plata de sus papás a menos que sea como premio o a cambio de algún trabajo. En resumen, no les patrocinamos caprichos.
Tienen dos fuentes de ingresos:
- Por puntos extra arriba del promedio: Pedimos un promedio a fin de año y por cada punto arriba se les da una cantidad de plata. Esta plata se deposita en sus cuentas de ahorro.
- Trabajos que no sean obligaciones familiares, con un salario discutido con anterioridad, como dar tutorías a sus hermanos, podar el jardín el fin de semana o cosas similares.
Este dinero se deposita en sus tarjetas pre-pago.
¿Efectivo? Muy poco…
¿Para fiestas? Lo necesario para el día.
¿Para patojas? De sus ahorros.
¿Somos muy controladores? No lo sé… ellos pueden acceder a su plata cada vez que quieran, pero conversamos el motivo y las razones de sus gastos cuando pensamos que no son necesarios.
En la familia hay de todo: hay quien sufre porque no quiere gastar nada; hay otro que quisiera gastarse todo cada mes… el papel de nosotros como papás es ayudarlos a tomar mejor sus decisiones.
En fin, con los pequeños de 11 y 12 años lo hacemos un poco diferente:
aunque tienen una cuenta de ahorros en el banco, todavía no les hemos facilitado tarjetas pre-pago.
Cada gasto de sus ahorros lo analizamos con ellos y no manejan efectivo casi nunca, aunque mantienen Q20.00 en su bolsón para emergencias.
Para gastar en la tienda del colegio no tiene plata a menos que sea algo extraordinario o que se acuerden de pedirlo antes de irse en un día especial.
Los gastos que quieran hacer de sus ahorros son discutidos y por lo regular los hacen sin que les digamos que no. Pero los hacemos pensar en sus razones y si son válidas.
Hay mamás que piensan que la solución para evitar que los jóvenes se pasen de tragos y de parranda, que no prueben el cigarro o las drogas es tenerlos cortos de plata.
Tomando en cuenta que un cigarro de tabaco cuesta aproximadamente Q1.50 y una buena borrachera con dos octavos sale en Q15.00, no creo que la pobreza en las salidas sea la solución.
Pienso que la virtud se alcanza mediante la repetición de actos buenos… el ahorro y la templanza en el manejo de la plata se alcanza negándose caprichos libremente, con regularidad, pensando en una meta más alta. Pero para negárnoslo, debemos tener la plata para alcanzarlo.
Uno de mis hijos empezó a ahorrar desde los 10 años… nos daba risa que no gastaba ni en un bombón y todo lo que ganaba nos pedía que lo pusiéramos en sus ahorros. Sus únicos gastos eran los que hacía para Navidad en alguna ayuda social.
Después de varios años de estricto ahorro, estas vacaciones nos metió gol…
Nos propuso ir de vacaciones con una familia amiga en un pueblo hasta el norte de Estados Unidos, allí en donde los días son más largos y el frío inaguantable.
Cuando nosotros le explicamos las implicaciones económicas de su deseo y el por qué no lo podía hacer, el joven con mucho orgullo nos dijo: ya hice mis números y lo puedo pagar yo, lo que estoy pidiendo es el permiso, no la plata. 😳
Por supuesto esto les abrió los ojos a todos sus hermanos y se dieron cuenta lo que se puede alcanzar después de negarse los helados, las salidas y los caprichos de vacaciones…