Hace poco estuve recordando cuando el Síndrome de Down era ajeno a mí, yo solo veía anuncios, o publicidad de carreras para una fundación; miraba a familias con algún hijo con Síndrome de Down -SD-, y simplemente no pensaba en nada. Y si pensaba en algo era más o menos “qué duro tener a algún familiar con una discapacidad”. Creía que era una situación triste. No sabía que dentro de estas familias había mucha alegría y amor; no sabía que había una familia que estaba siendo bendecida con un hijo diferente, con una discapacidad pero con muchísimas capacidades.

Cuando una amiga llegó a conocer a María, me dijo «¡Que bendición!, María llenará a tu familia de mucho amor, conozco varias familias con un integrante con Síndrome de Down y te puedo decir que son familias muy afortunadas, ellos se perciben también así y se les ve felices con sus hijos». Yo aún no sabía de qué hablaba, aunque sí sabía que María ya era para mí una gran bendición porque todos mis hijos los son.

María hace que cada uno de nosotros sonríamos todos los días a pesar de los problemas cotidianos.

María tiene la costumbre de despertarse de muy buen humor, llega a abrazarnos a su papá y a mí, nos dice los buenos días con besos, sonrisas y abrazos. Después, llega a despertar a sus hermanos, les acaricia su rostro hasta que se despiertan, la suben a su cama y la saludan con un fuerte abrazo. Ellos se levantan con un buen humor solo de verla. Gabriel y Camila se apresuran a desayunar y a arreglarse para pasar unos minutos con María, no les importa si no se peinan tan bien, para ellos es muy importante estar con ella antes de ir al colegio.

Amor no cuenta cromosomas

María tiene unas ocurrencias que de verdad me asombran. Un día se cayó del sillón de la sala, yo me había ido a hacer mandados y la dejé al cuidado de mi hijo Gabriel. Cuando regresé, él me comentó que en segundos María se paró en el sillón a bailar y perdió el equilibrio, cayó al piso y se golpeó  la cabeza. Llegué con ella y le pregunté en dónde se había golpeado, qué había pasado… Entonces hizo toda la mímica de lo que sucedió, me llevó al lugar exacto, con sus balbuceos y sus expresiones me indicaba todo el relato de su caída. Fue lindo ver cómo pudo contarme todo a pesar de que a sus dos años y medio aún no habla.

Otro día en casa de una amiga, su hija se cayó de un resbaladero que estaba dentro su cuarto de juegos. El susto fue grande, los llantos llegaron y la levantamos, su mamá la apapachó, y la llevamos a la cocina a tomar agua. A los minutos, María empezó a llorar, llegué rápido a verla al cuarto de juegos. Se  había tirado el resbaladero, estaba “haciendo como que lloraba” tapándose la carita y haciendo todo el teatro para que la apapacháramos también, hasta se sobaba la cabeza indicando donde se había golpeado. Fue muy cómico. Como la conozco perfectamente sabía que todo era un pequeña mentira. María de grande seguro se tira a actriz.

Lo que quiero transmitir es que si bien es cierto que hubo miedos, tristezas, confusiones al enterarnos que María tenía SD, después nos asombramos de lo lleno que se sienten nuestros corazones, el orgullo de ver crecer y desarrollarse a esa personita que sobrepasa los límites del esfuerzo, de la tenacidad, de la ternura.

Es inimaginable la felicidad que brinda María a nuestras vidas. Con ella, hoy somos diferentes. Hemos crecido como seres humanos con más sensibilidad, con más empatía por los demás, con el entendimiento de que la diversidad enriquece. Ella nos muestra que el amor no cuenta los cromosomas, no etiqueta. El amor solamente hace crecer, no se gasta ni se agota, el amor es tan grande que hace que todo florezca.

Ahora comprendo de corazón lo que quería transmitirme mi amiga. Hoy cuando conozco familias que acaban de tener un bebé con Síndrome de Down, solo pienso en la felicidad que están a punto de experimentar en sus vidas, pues lejos de los retos que conlleva esta condición, es maravilloso recorrer esta aventura con ellos. Lo único que puedo decirles es… ¡qué bendición!

Soy psicóloga industrial, me encanta leer, tomar cursos sobre psicología, desarrollo personal y me encanta compartir con mi familia y amigos. Tengo una maravillosa familia y llevo 16 años casada. Ahora estoy feliz de poder escribir en este blog y abrir las puertas de mi vida.