Me dispongo a cocinarle a mis hijos su almuerzo, en mi mente recorren los ingredientes que necesito, veo si los tengo, me concentro en sacar todo, estoy inmersa en esta actividad cuando escucho el ruido de los cubiertos chocando entre sí… Salgo abruptamente de mis pensamientos y voy a ver de dónde viene el ruido, me encuentro con una escena que me enterneció y asombró ¡muchísimo! Veo a María terminando de poner la mesa con el orden que va, de la manera que lo hago; sin miedo, con seguridad y con mucha satisfacción.   

Hace más de 20 años, eso no se veía ni se esperaba en un niño de 4 años que tiene síndrome de Down. 

El Síndrome de Down era un diagnóstico desalentador  para los familiares del bebé, porque se creía y se esperaba que tuvieran muchos problemas de salud. Los médicos o “expertos” indicaban que había que entrenarlos para que tuvieran una mínima independencia como comer, cambiarse, asearse y bañarse por sí mismos. No se creía en la capacidad de una persona con SD, solo podían ver su discapacidad, dando como resultado adultos dependientes .

Hoy en día se sabe que el cerebro de un bebé con SD tiene una enorme capacidad de crear miles de conexiones neuronales como cualquier otro bebé. Se ha comprobado que con  intervención temprana se desarrollan competencias y habilidades  que le servirán toda una vida. Aunque un niño con SD tarda más en alcanzar los hitos del desarrollo, con una estimulación constante y oportuna, logrará  casi todo lo que cualquier niño logra.  

Debo confesar que en el transcurso de esta aventura con María tuve miedo. A veces me pasaba por la mente pensamientos como “¿y si María no logra gatear?”, “y si tarda mucho en aprender a caminar”, “ ¿y si no logra hablar?»…, etc.

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María se ha encargado de demostrarme que ella avanza, ha botado mis prejuicios,  miedos y paradigmas.  Ella da pasos hacia adelante y no importa  cuán rápido o lento los dé.

Una mañana empiezo mi rutina de siempre, preparo el desayuno, ordeno la casa, me arreglo, y cuando María se percata  que le preparo su baño,  me encuentro con la sorpresa que no quiere ayuda para quitarse la pijama…Cabe mencionar que tengo el tiempo calculado para realizar todo y llegar a tiempo, le digo entonces:

– “Vamos a bañarnos, ¿te quito la pijama?
-“No”.

El agua sigue corriendo y le digo:

-«¡Hagámoslo juntas!»
– «No, yo puedo sola, mamá».

Se dispuso a quitarse la parte de arriba de su pijamita contorsionándose y con algo de dificultad lo logró, con la parte de abajo le fue más fácil y con las calcetas se agarró de la pared para no perder el equilibrio.  Como la ducha  está en una tina que es alta,  debo cargarla para meterla y ¡ni eso me permitió  hacer!

María desde hace poco ya se cambia sola, y aunque en las mañanas sean corridas, para ella el tiempo no tiene importancia, como sí lo es hacer las cosas por sí misma.

Todos los logros de María han sido un proceso, esto me ha llevado a aprender muchísimo,  a aceptar sus limitaciones y a enfocarme en sus fortalezas, a dejar ir los planes que tenía con ella y a vivir en el presente.

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En mi experiencia, lo que ha hecho que María avance es que ella percibe que confiamos en ella, le permitimos que se equivoque, que intente una y otra vez y que experimente el éxito después de tanto esfuerzo.

Cuando son pequeños nuestros hijos, son vulnerables, aún no forman su criterio. Para ellos somos su modelo,  interpretan nuestro comportamiento y toman muy en serio nuestras palabras.  

Si los asistimos en todo, creerán que no son capaces de hacerlo solos, si siempre evitamos que se caigan o que fallen, ellos pensarán que necesitan de alguien para resolver los problemas. Así si uno como padre está convencido de que su hijo lo logrará, se lo transmitiremos y ellos creerán que pueden.

Escoge siempre palabras que motiven a tus hijos, ten una actitud de seguridad y confianza hacia ellos, respeta sus individualidades y ten certeza de que su potencial es grande y los llevará a cumplir lo que se propongan.

Si tienes un niño con SD o con alguna discapacidad, apunta alto.

Espera mucho y tu hijo florecerá. Mira su discapacidad como una característica más, y no como algo que lo define,  ten confianza de que los resultados llegan sin importar los tiempos, inspírate en historias de éxito para fortalecerte y sobre todo, ama a tu hijo con toda tu alma, porque al final ¡es de las personas más importantes en tu vida!

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Soy psicóloga industrial, me encanta leer, tomar cursos sobre psicología, desarrollo personal y me encanta compartir con mi familia y amigos. Tengo una maravillosa familia y llevo 16 años casada. Ahora estoy feliz de poder escribir en este blog y abrir las puertas de mi vida.