Hace poco, leí una frase: «Los mejores envoltorios son los abrazos«. Pensé que era una verdad incuestionable y he caído en la cuenta que en los mejores momentos de mi vida siempre he buscado a alguien que me abrace.

Pero, también existen los abrazos de papel. Esos que pueden moverte el tapete aunque no te den el típico apretoncito. Mis hijos viven escribiendo cosas en mi agenda… y muchos días esas frases me han arrancado una sonrisa, un recuerdo o simplemente, me han hecho olvidar algún momento desagradable. Una de mis prácticas recurrentes es esa: buscar las páginas en las que me han escrito algo. Les comparto algunas  que son quizá gramaticalmente incorrectas pero acertadamente amorosas. 

«Tú eres mi sol de cada mañana»
«Buena suerte en tu trabajo»
«Estoy muerta de amor por ti»
«Te quiero mucho, en serio».

Y de plano, cuando tengo cara de velocidad también me aterrizan: Anneliese me escribió:


«Mami, te veo muy estresada. Te quiero mucho y te cuesta mucho trabajar. Descansa. TQM. 
«Que la Virgencita te ayude en tu proyecto y en tu trabajo. Abrazos.» 

Cosa aparte, son los rayones que el Sebas se afana en dejar en cualquier hoja, pero pasando de frases a rayas, inevitablemente pienso: qué suerte es tener a alguien que no tiene empacho en expresarte que te quiere incondicionalmente.

Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.