¿Vamos a caminar por la alfombra roja? Es Emilio quien pregunta, pero a todos les gusta la idea. Eso de ser famosos los seduce. A todos los marimberos les brillan los ojos cuando se enteran que les pedirán autógrafos. Ximena hasta inventó su firma artística…
Conseguimos el escenario perfecto para la presentación de nuestro libro: Casa Mima. Era el lugar por antonomasia. Como en todo museo, el pasado y el presente se unen, pero en este el vínculo es la familia. Y por esos días, había una maravillosa exposición de utensilios domésticos, así que la tierra estaba abonada.
Previo al acto nuestros hijos deliraban y hablaban en el micrófono. Las mujeres se maravillaron ante la casa de muñecas. Los invitados se asombraban de ver cómo funcionaba antaño una casa.
Luego, ya en el acto hubo dos tipos de intervención. De los que presidían la mesa y de los niñiquis. Sebastián quería que su papá se parara para enseñarle la casa. Decía ¡Papá, papá PAPÁ, P-AA-P-Á! También hizo sus pases de baile frente a la mesa. Emilio rondaba el micrófono. Al fin se sentó junto a mí. La hora de los autógrafos llegó y todos estaban satisfechos. Emilio, con escritura aún rústica pasaba encima de las firmas de los demás, sin ninguna culpa.
Los invitados se fueron felices. Contentos (creo yo) de ser testigos de un maravilloso y peculiar museo. Asombrados porque vieron el pasado y el presente de una familia.
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Un agradecimiento especial a Beatriz Quevedo, Silvia Herrera y Claudia de Castillo. Gracias a su apoyo, la presentación fue una realidad.
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