¡ HOM – BRES !

No sé si los hombres tienen una estética peculiar o son tan prácticos que algunas veces rayan en la inercia. Bueno, puede ser que no todos los hombres sean así, pero por el momento mis tres hijos son algo así.
Últimamente, me he preguntado por qué todos los pantalones de mis hijos se rompen en las rodillas. No sé qué día yo veía con orgullo un pantalón de lona de Nícolas que había sobrevivido al doble uso y doble lavada semanal.  Pero a la siguiente semana, ya tenía hoyos en las rodillas. ¿En qué momento sucedió?
Lo cierto es que casi todos los pantalones cayeron en las manos de mi suegro, quien como todo buen sastre arregla cualquier prenda que se le ponga enfrente y ahora, pone parches por doquier a los pantalones de mis hijos. Aunque esto de los parches no les agrada tanto. Asumo que es porque ellos los mirarán como recontraviejos y recontracosidos… pero en fin, ¿qué puede hacerse con niños que parece que vivieran hincados en maíces y todo se les rompe en las rodillas?
Pero el que sí dijo quita de allí, es Emilio. Tiene dos playeras de física. De un día para otro, una playera apareció como con 10 hoyos. ¿Y eso? le pregunté… levanto sus hombros y no supo darme respuesta. Respiré hondo.
Aunque no soy muy buena para coser me di a la tarea de remendar la playera mientras veía televisión un domingo por la noche. Después de tratar y tratar, terminé de coser todo. Me quedó como que la hubiera tejido. Bueno, la cuestión es que una semana después de mi hazaña, Emilio fue a una visita al mapa del relieve. Le pidieron que fuera de física y él decidió llevarse la playera remendadísima, a la cual ya le había abierto un nuevo hoyo.
Se fue entonces con la playera con 10 remiendos, un hoyo nuevo y ¡sin camiseta! Cuando regresó del colegio, yo casi me desmayo. ¿Y esa playera? ¿Por qué te fuiste con esa? ¿Y ese hoyo? ¿Y la camiseta? Emilio solo levanto los hombros y se sonrío: no me viste porque llevaba chumpa.
Yo solo lo imaginaba en el mapa del relieve y pensaba en las miradas de lástima que quizá las personas le dirigieron pensando: pobre niño, de plano no tiene ni padre, ni madre, ni perro que le ladre…
Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.