Anneliese andaba con el aburrimiento entre ceja y ceja, mi sugerencia fue que dibujara. Le llevé un pusho de hojas de reciclaje y allí empezó toda una aventura.

Ella, cual arquitecta, dio rienda suelta a su imaginación y prácticamente diseñó el segundo nivel de nuestra casa. Las aspiraciones incluían balcones a la luz de la luna, un cuarto privado para las chicas, un cuarto de juegos y una sala familiar. Emilio al escuchar su propuesta puso el grito en el cielo y dijo que él también pedía una habitación en el segundo nivel.
– No, Emilio, tu cuarto ya no cabe. Mirá…
– ¡Ah!, pero podemos pasar tu cuarto para abajo…
– ¡No!
– O el cuarto de juegos, pues…
– Mmm… bueno. Pero para que no nos peleemos, mejor todos dormimos abajo y todo lo demás se va al segundo nivel. 
– Mmm…
Emilio se quedó pensativo y se ve que le dio algunas vueltas al asunto porque luego aterrizó en la realidad:
– Mami, ¿cuánto cuesta construir el segundo nivel?
– Q200.000 
Mi respuesta era totalmente arbitraria pero no quería que me agobiaran con la preguntadera de cuándo estará listo su espacio en las alturas.
¿Eso es mucho?– volvió a preguntar Emilio.
Muchísimo– le respondí.
Bueno -dijo Emilio- yo doy los Q100 de mi cumpleaños.
¡Muy bien!.. ya solo faltan Q199,900
¡Mami!– me reprochó Ximena. 
Yo me encogí de hombros y puse cara de póquer. 
– ¿Todavía falta mucho?
– Sí, Emilio.
– Entonces doy mis Q100 de aquí hasta que cumpla 20 años. (Ternurita, pensé yo).
Nítido. Pero entonces tenemos que esperar 15 años y ya solo nos faltarían Q198,500
– ¿Y no podremos hacer un tercer nivel, también?
Las aspiraciones de mis hijos nuevamente me dejaron un buen sabor de boca. Creo que, locos como estamos, alcanzaremos nuestras ilusiones. 
Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.