En una noche de lluvia, con la luna apenas visible, algunas nubes grises cuchicheaban sobre mi cabeza y con la quijada apretada y el interruptor del desespere listo para hacer click en cualquier momento, me puse a pensar y pensar sobre por qué seguía tratando de animarme a pesar de un día especialmente cansado. Entonces se me ocurrió hacer un ejercicio de antónimos y así reviví momentos blancos y negros de nuestra vida en familia.
En cuanto Nícolas despierta busca a Emilio para plantarle un beso de buenos días.
Alguien dice en la mesa: ¡qué rica estaba la comida!
Emilio revienta de la emoción por fabricar cascarones en pleno julio.
Cada vez que puede, Anneliese se acuesta junto a Sebastián para contarle un cuento.
Cuando cualquiera nos pide que le lavemos los dientes porque quieren sentirse bebés.
Ximena y Fátima me cuentan sobre sus amigos de la red social juegosdechicas.com
Cada vez que Emilio dice: Papi, te quiero decir algo… y construye el puente de la amistad.
Oír como se carcajean Emilio y Nícolas.
Blancos y negros. Gracias a Dios la vida es más que dos colores, y todo puede convertirse en alimento si hay hambre por vivir. ¡Salú!