A pocos metros de mí escuché el inicio de una revolución. A los segundos, supe que 10 pies venían rumbo a su mami para que les aclarara algo. Fue Anneliese la que lanzó a quemarropa la pregunta: ¿Estás emberezada? Tuve que aguantar la risa y el malestar que de forma antónima me invadían en ese momento. «No lo sé, tengo que hacer una prueba«. Pero mi respuesta no fue escuchada. Era oficial: un bebé venía en camino. Yo traté de calmar los ánimos. Me oyeron y se conformaron con esperar al siguiente día para que la noticia fuera oficial.
Ese sábado todos estaban levantados cuando yo me hice la prueba. No dije ni una sola palabra, ni antes ni después. Renato, fue el primero en saberlo. Luego, los demás, expectantes empezaron nuevamente con la metralleta de preguntas. Cuando confirmé la noticia, todos se abrazaron celebrando la llegada de un nuevo cómplice para sus travesuras. Tres semanas han pasado de esto y ya perdí noción de cuántas veces Anneliese me ha preguntado ¿Cuándo va a nacer el bebé?
El secreto no estuvo por mucho tiempo dentro de las paredes de mi casa. Ese mismo sábado almorzamos en la casa de mis papás y mis hijos espontáneamente decían frases como: «Nícolas, ¿estás contento de tener un hermanito?», o cuando una de mis cuñadas me preguntó ¿Estás enferma?, yo respondí: sí, tengo gripe; y Ximena acotó: «además está embarazada«. Mi cuñada abrió sus ojos y luego me dijo: ¡Felicidades! Pero ahí no terminó todo.
El mismo día asistimos a una piñata. Yo estaba tertuliando con una amiga y Anneliese llegó a cuchichearme:
– «¿Ya le dijiste que estás emberezada?»,
– «No mi vida porque estamos hablando de otra cosa. En un ratito le voy a contar»,
– «Mmm.. contale ahorita. No me voy hasta que no le contes».
– «No´mbre, andate a jugar. Yo ahorita le digo».
Me vio con desconfianza pero se fue. A los cinco minutos llegó a preguntarme si ya le había dicho. Como la respuesta fue positiva, se quedó tranquila y se fue a revolotear con sus hermanitos.
Ximena esa misma noche me dio una sugerencia de cómo anunciar la noticia a los lectores de la Marimba. Y así, sucesivamente, inquietudes van e inquietudes vienen sobre nuestro nuevo amor. Nícolas ha sido el que más ha canalizado sus emociones. Incluso antes que yo supiera lo que sucedía, él ya estaba chipe como dicen las abuelitas.
Ahora, con tres niñas más conscientes de su entorno, el embarazo se ha convertido en una montaña rusa con bajadas extremas: aquella pregunta, un comentario, la emoción renovada por ver las
«fotos» de su hermanito (o sea el ultrasonido) y demás requerimientos. De repente estoy de lo más distraída y una caricia me aterriza en la realidad. Es alguna de las tres musas que desde ya, regala cariño a su hermanito. ¡No imagino la locura que será cuando el bebé (o la bebé, por aquello que me lean feministas), nazca! Si Nícolas a sus 2 y medio añotes aún lo chinchinean… qué será cuando haga su aparición un cuchurrumín con 2 días de nacido. La noticia se ha difundido en los círculos en los que se mueven: en su curso de vacaciones, con los familiares cercanos y lejanos, etc., etc., etc.
Ximena, como siempre fiel a la moda y a su mami, fue la única que se arriesgó a subirse al carro que manejaba una infractora de la ley de tránsito (o sea yo), y además esperar que me probara una y quince prendas, de las cuales me gustaron 2…
Fátima me contó, con mucha imaginación por cierto, que ella y Ximena habían deseado un hermanito. Yo le pregunté ¿y cómo fue que lo deseaste? y como respuesta me narró lo siguiente: «Un día yo no podía dormir, entonces me levanté y fui a ver por la ventana. Entonces vi que algo brillaba en el cielo… era un cometa. Yo le pedí «Quiero tener un nuevo hermanito», corrí a despertar a Ximena y le conté lo que había visto y deseado, entonces ella también quiso pedir un hermanito«. ¡Ah, mis muchachitas! Bien dicen que las plegarias de los niños Dios las escucha y las atiende con prontitud. Digamos que técnicamente, Fátima tuvo un anhelo tan fuerte y tan bueno que éste no tuvo más remedio que convertirse en oración.
La Marimba en pleno está complacida. Eran tantos los compromisos e invitaciones para amenizar eventos que ya necesitábamos refuerzos.