El tiempo es inexorable.
El amor, también.
Todo lo que el tiempo borra, el amor lo guarda.

Mis hijos (nuestros hijos) crecen; mientras, yo los recuerdo recién salidos del corazón. Sonrisas, gracias, primeros pasos, palabras… Todo se agolpa en mi memoria al mismo tiempo que me pregunto ¿los amé suficiente?

A veces, dudo. Hay gestos de adolescentes, independencias de hombres, adioses fáciles que deberían ser difíciles. Peleas. Desacuerdos con mamá…

Quizá estoy más nostálgica porque veo que mi hijo más pequeño, crece.  Ya no hay bebé en casa. Hay seis bebés que juegan a ser grandes. Y hay una madre que quiere mecer sin interrupción a cualquiera de sus hijos. A todos.

Eso  que el corazón tiene razones que la razón no entiende, es sabio y certero. Si no, véanme a mí. No se han ido y yo ya deseo que vuelvan.

Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.