Un anuncio chocolatoso dice que la felicidad viene en trocitos. A continuación les presento retazos de alegría familiar. Cada uno, créanme, contiene energía supranatural, para cuando los carbohidratos naturales se acaban…
Nuestra comida favorita: carne y pollo asado, cueste lo que cueste. Ahumar a Renato, a la ropa tendida, a Rabito…
Nuestro lugar favorito para comer: el bosque. Un pedazo verde y oxigenado de nuestra colonia.
La bebida oficial: el ponche. Preparamos la bebida navideña en enero, febrero, y marzo, abril, mayo… Con frío, calor, lluvia. Cualquier día es bueno para brindar.
El vicio oficial: el café. Todos, como abuelitas, tomamos cafecito con pan después de almuerzo, a media tarde y después de cenar. Bueno, a nuestros hijos se los damos rebajado para evitar hiperactividad.
Remembranzas de niñez: Antes de llegar al bosque, hay una colina, a la que Renato bautizó como la colina de Pony. Siempre que voy subiendo (sin aire, por supuesto) al bosque, no puedo dejar de pensar en Candy, Any y mi primer amor: Anthony. Mis hijas aún no han visto esa serie… no sé si algún día la descubrirán.
El mejor juego inventado en familia: el del cartón de huevos sorpresa. Consiste en que llenamos un cartón con cascarones. Cada uno tiene un premio o una penitencia. Los premios o castigos son sencillos. Un helado de cono, cantar, un chocolate Granada, una bolsa de poporopos, imitar a un gallo…. Yo soy siempre la de la mala suerte, pues sólo saco dulces de piñata y penitencias. Bueno, también gano carcajadas porque mis desventuras aún me causan risas estridentes. Y Renato, mi cuñada y mis hijas se ríen de cómo soy capaz de llorar y tener un largo ataque de risa por una bobada.
El aparato comunitario por excelencia: El teléfono. Ximena tiene el récord en los mensajitos que le envían sus amigas, Emilio llama a su tía favorita para invitarla a tomar ponche, Nícolas marca indiscriminadamente las teclas, Anneliese es la camarógrafa oficial. El celular es también nuestro chinchín sofisticado. Cuando no hay forma de calmar a Nícolas, le damos el teléfono con cualquier melodía y san-to re-me-dio. Bueno, cabe decir que nuestro celu es casi un frijolito, o sea aguantador.
El día en el que la magia se manifestó: Entró un pajarito a nuestra casa. El pobre pensó que el vidrio era la salida y estaba al borde de la desesperación, yo tuve la suerte de atraparlo y liberarlo. Se fue volando no sin antes ganarse la admiración de mis hijos quienes le acariciaron su cabeza. Ese día les confesé que de pequeña mi mayor sueño siempre había sido atrapar justo a uno de esos pajaritos callejeros. Hasta hoy, inmortalizan el momento con un: “Mami, te recuerdas cuando cumpliste tu sueño…”
El mejor regalo de cumpleaños: Emilio y Ximena cumplen años con un día de diferencia. Mi corazón hace pum pum, cuando Ximena dice: mi regalo de cumpleaños fue Emilio.
La peor tragedia: la muerte de tres peces por falta de ¡comida! Desde ese día, prometí que cuando tuviéramos una mascota la cuidaríamos mucho. Ahora, tenemos al Rabito y a tres peces que tienen diferente nombre, según a quién le preguntes cómo se llaman.
Lo que siempre se pierde: el peine.
Lo que mis hijos siempre buscan: cochinitos. Cavan y cavan hasta satisfacer su insaciable deseo de poseerlos.
Lo que siempre se descompone por tanto uso: el calentador de agua del baño.
El juego favorito de Anneliese: Que juguemos a que yo era su mamá y ella, la hija.
La promesa más insólita: “Cuando Nícolas cumpla un año, les compramos un perrito”. No pensamos que llegaríamos al año sin tener otro bebé en camino… pero como eso no sucedió no nos quedo más remedio que cumplir lo prometido y comprar un perro juguetón.
Apellidos ancestrales: Cuando se le pregunta a Emilio, cuál es su nombre completo, él contesta Emilio Contreras Motta Esquivel Montenegro Cage. El Esquivel y el Montenegro son los apellidos maternos de sus papás, ahora el Cage tiene su historia. A Nícolas algunos le dicen Nícolas Cage, entonces Emilio supone que es un apellido propio de sus ascendientes.