¿Qué hacía, decía o proponía usted a los ocho o siete años? Acaso el juego no era el dueño de su cabeza y de su corazón, los amigos de toda la vida los aliados para tramar picardías que no pasaban del 0.5 del índice de maldad, sus preocupaciones reducidas a elaborar con dedicación unas cuantas tareas y después ¡a jugar se ha dicho!
Los tiempos han cambiado, usted y yo crecimos irremediablemente y ahora, gozamos del rol de padres. Pero, de repente se encuentra uno en que no sólo los tiempos han cambiado, sino los gustos, los juegos, los métodos… Yo me sorprendí cuando me di cuenta que ahora los niños aprenden a leer, a sumar y a restar en párvulos… yo lo hice en primero primaria.  Por supuesto, lo anterior conlleva muchos beneficios. Pero, siempre hay un pero, algo avanza vertiginosamente que cada vez me quedo con la boca más abierta y con el pensamiento de ¿qué me van a plantear mañana?
Por algunos años, pensé que era gran suerte ser una madre joven porque es, hasta cierto punto, más fácil adaptarse a los cambios en cualquier área. Pero empiezo a temer que mi juventud no sea la suficiente para abordar los temas que día a día inquietan a mis  hijos.
Por ejemplo, Ximena y Fátima pidieron que este año les celebráramos el cumpleaños en su colegio… algo completamente normal. Renato y yo aceptamos de buena gana y organizamos el fiestón pérez«¿De qué personaje quieren sus invitaciones?» Ximena me dijo que de Cowco y Fátima, de Hello Kitty.  Sonreí con satisfacción. Luego les pregunté si las sorpresas las querían del mismo personaje (era lo más lógico para mí), pero ellas dieron un rotundo no.  Me dijeron que las querían de Justin Bieber, y allí empezó la revelación. Fátima está locamente enamorada del tal Justin, al punto que después de escuchar su nombre grita como fanática.  Cuando vio las fotos que colocaríamos en las sorpresas, me dijo ¿será que me podés imprimir una en grande?  «Vaya, le dije yo cruzando un poco los ojos…» y entonces el grito se multiplicó.  
Bueno pero no todo acaba allí.  Le pregunté a Ximena cómo iba a ir vestida (el colegio permite que para la celebración, las festejadas vistan de civiles) y me dijo: con un vestido casual y mi pantalón de lona… o sea, ¡muy a la moda! Pero el acabose fue cuando le pregunté ¿estás ilusionada por tu celebración? Y ella me dijo: «Sí, pero el otro año podríamos celebrarlo en un spa… que nos den masajes relajantes y nos hagan manicure y pedicure». Después que terminó de hablar, yo salí corriendo al espejo para ver si acaso no tenía mi rostro como una pasa… En mi cabeza bailaba la idea, ¡el susto!: “o sea, esta niña quiere que para sus 10 la lleve a un spa, de plano para los once quiere una moto; para los doce, un apartamento…”
Por su edad, la Xime es obviamente la que da más señales de querer madurar. Les vive diciendo a sus hermanas que ella ya es una joven madura, llega a la casa y automáticamente enciende el radio, cuando quiere aislarse pide que le demos el MP3 que se ganó en un concurso, y escucha a Laura Pausini, Shakira, la Oreja de Van Gogh… ¿cómo se sentirían Cri-cri o Topogigo si la vieran?  No lo sé. Pero yo que la miro todos los días, me siento con una pre-adolescente en mi casa que a veces es niña y a veces muuy madura. Sus peleas con su mami ya no son por sus peluches, sino porque ella siente que no la comprende… ¡¿ ?!  

Sin embargo, no todo es superficialidad. De repente me lanza preguntas que me dejan fría, como el día que me dijo: «¿Cuál crees que es la causa de la violencia en Guatemala?» Le digo mi opinión y se ve que la procesa y la asimila. Espero que nuestras respuestas de padres influyan en su criterio.

Como siempre he escuchado ese sabio consejo: hay que gozarse a los hijos en la etapa en que se encuentren, yo he decidido implementar dos estrategias. Una, comprender el período por el que está pasando, para lo que ya saqué de la biblioteca: Tu hija de 8 a 9 años. Estoy decidida a volver a leerlo pues esos sencillos libros me han ayudado a conocer las peculiaridades de cada edad y saber cómo afrontarlas sin caer en el dramatismo. Además, he pensado que le plantearé a Ximena que se goce su niñez, que ya vendrá el tiempo de pensar en uñas, peinados y spas.
Aunque  he de confesar que a veces me resulta muy útil que sea la más madura de mi familia, pues es la única que se apunta para ser mi asesora de modas, cuando voy a comprar la ropa que distribuyo en Andrea´s Boutique.  Nombre adquirido por la venta informal de blusas y pantalones que tiene su sede en una bolsa de esas grandes y coquetas.  Un día antes de “irnos de compras” le recuerdo que tenemos que tener mucha paciencia, revisar bien la ropa para ver que no tenga fallos, pasar prenda por prenda para elegir la mejor, que no vamos a comer ni sentarnos por mucho tiempo, que las prendas tienen que ser sobre todo S o M, 6 u 8… y siempre me responde con una sonrisa y un abrazo de complicidad que me gritan los deseos de pasar ese tiempo con su mami y con la moda.
Porque amante de la moda sí es. Se muere por ver No te lo pongas, por ejemplo. Y un día me sorprendió diciéndome: mami, califiquemos si la gente que pasa tiene estilo o no. Entonces, el corazón me dio un brinco y pensé “¿Perdona, no deberíamos estar jugando: cuando el reloj marca la una, las calaveras salen de su tumba, chumbala cachumbala, cachumbalá?”
Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.