En toda familia hay cosas que no deberían faltar, pero en una familia numerosa además de que no pueden faltar, debería haber por lo menos dos. Sin embargo, la realidad se impone y resulta que hay que ingeniárselas para solventar el déficit.

Después de años de observación he concluido que en toda familia numerosa debería haber:
1. Más de un peine. En mi casa hay dos, pero resulta que uno es perdedizo. Y ¡ay qué problema! Si a alguien no le dio tiempo de desenredarse el cabello antes de salir al colegio, se llevan el veintiúnico peine. Y, por lo tanto, los que se quedan en casa deben conformarse con el estilo talco.
2. Más de un baño. Esto si es un problemón. En el baño siempre hay cola o es el centro de los desacuerdos porque todos quieren entrar, cepillarse los dientes o bañarse al mismo tiempo. La verdad es que es uno de los principales retos en el corre corre de las mañanas. Creo que el día que tengamos más de un baño, lloraremos de alegría. 
3. Por lo menos una refri. Hace poco, nuestra fiel compañera durante 14 años, murió. Después de tres o cuatro reparaciones y una larga agonía, nuestra refri dejó de enfriar. Todos de capa caída. Pero especialmente yo. ¿Qué hace una mamá sin refri? Mi cerebro programático (aunque ustedes no lo crean, en mi ser hippie convive un alter ego organizado) ya estaba acostumbrado a comprar por semana y eso de estar comprando por pushitos ya me había desesperado. Creo que pasamos un mes así, hasta que hace poco a endeudarnos pues…
4. Más de una hornilla. Nuestra estufa -otra fiel compañera- fue menguando poco a poco sus fuerzas hasta que se quedó con una de cuatro hornillas. O sea, terminábamos de desayunar y ya había que empezar a preparar el almuerzo porque de otra forma no se llegaba a tiempo.  Hasta que un buen día, mi hermano y mi cuñada nos prestaron una de ¡seis hornillas!.. He de decir que la primera vez que cociné en ella se me quemó parte de la comida. Ya me había acostumbrado a mi fuego choyudo. 
5. Más de una almohada. No me pregunten por qué pero todos en mi casa están acostumbrados a dormir sin almohada, menos yo. Hay cojines, peluches que sirven para acostarse… pero almohadas, almohadas solo una. la cuestión es que cuando vemos tele, todos quieren tomar posesión de esta y se vuelve la de sanquintín.

6. Una grabadora. Es demasiado común que uno por uno mis hijos me lleguen a preguntar: ¿Qué vamos a almorzar? ¿A dónde fue papi? ¿Para qué es esa caja? iDiomío. Cuando llega el tercero a preguntar yo ya tengo los ojos torcidos, no les cuento cuando llega el sexto. Entonces, una solución ideal podría ser grabar la respuesta y ya solo retroceder y dar play en cada pregunta. 

En fin, voy a citar una frase de San Francisco de Asís que Renato siempre repite; «Deseo poco y lo poco que deseo, lo deseo poco». A mí me parece sabia, aunque en la realidad mi espíritu se rebela y no deseo tan poco que digamos… No me molestaría tener cuatro peines, tres baños, una estufa, seis almohadas… etc., etc., etc.
Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.