Por sus rostros se adivina que el primer pensamiento de quienes nos ven entrar es que somos traficantes de niños… Después se percatan que realmente somos cariñosos con los chiquirrines, entonces parece que pensaran que somos de aquellas nobles parejas que se dedican a cuidar niños mientras los dan en adopción. Pero ahí no termina la curiosidad. Los siguen observando y como ven que hay algo común en ellos entonces, aunque parezca increíble, admiten que son hermanos.
Y es en ese momento en el que flota la pregunta ¿todos son suyos? La interrogante aparece en sus ojos, en sus gestos y, cuando son más atrevidos, en sus palabras. Así es nuestro debut en la mayoría de lugares. Pero no sé por qué extraño maleficio es en el súper donde es más notorio nuestro volumen.
Cuando lo pienso detenidamente, encuentro varias razones. La primera es la lucha a muerte por ocupar algún lugar de la carreta. Cuando vamos a elegir una, éstas parecen cobrar vida y esquivar el serio compromiso que se les viene. Pero, como siempre triunfa el bien, logramos atrapar una. Entonces, Nícolas se sube en el espacio destinado para que los niños se sienten. Emilio y Anneliese brincan y brincan hasta que no hay más remedio que fingir que uno es almohada y el otro es un edredón y se suben en el espacio dispuesto para colocar los abarrotes.
Ximena y Fátima como ya están grandecitas y no pueden fingir ser algo, son del grupo de avanzada. Por prudencia, economía familiar y además para que el Alzheimer no haga de las suyas, llevamos siempre una lista. Verdaderamente es una lista enorme, pues vamos de compras una vez al mes. Las mayores son las que tienen el privilegio de buscar el detergente, la pasta de dientes, los fideos, el azúcar, los frijolitos… Es fácil que se aprendan que es lo que necesitamos. Primero porque cuando falta cualquier artículo de primera necesidad inmediata y forzosamente se nota; luego porque el día que vamos a ir al súper, colocamos un papel sobre la mesa y poco a poco vamos anotando lo que nos hace falta.
Cuando vamos de compras también nos ha funcionado la estrategia del clúster: el grupo de avanzada le pasa los abarrotes a Emilio, Anneliese y Nícolas y ellos lo colocan según lo ven conveniente. Renato es el asesor de compras (compara precios, peso, calidad) y yo con todas mis fuerzas empujo la carreta y voy ojo al Cristo por si de casualidad se cuela algún caprichito que no se pueda financiar.
Por supuesto, la vueltecita por el área de juguetes es obligada y ahí se genera la wish list para los cumpleaños, la Navidad y demás fiestas del año 2010, 2011 y 2012 inclusive.
Otra área que es de locura es la de las galletas. ¿Cuáles para las refas?
– A mí me gustan las de miel
– A mí las campechanitas
– A mí las de chispas de chocolate
Al final tratamos de alcanzar consensos y de comprar lo que todos puedan comer.
Antes, íbamos a un hiper mercado y el atractivo de allí era ver pescados congelados. No sé si era por lástima, entretenimiento o por apetito… pero les encantaba verlos. A mí lo que más me gustaba de ese lugar era localizar a las personas que caminaban de un lado a otro comiendo y bebiendo todo lo que amablemente ofrecían las impulsadoras.
Antes de ir a la caja, la lista es verificada minuciosamente para evitar cualquier olvido. Llegamos al tribunal de sentencia y somos otra vez el centro de atención. Todos quieren sacar cosas y colocarlas en esa bandita que se mueve como por arte de magia. Ahora se pelean por bajarse de la carreta con tal de ir a la búsqueda del dulce correcto. Aunque lo encuentren, la respuesta siempre es: vamos a comprar un helado y comemos todos juntos.
Es llegar a nuestra casa y la cuestión se vuelve una locura. Bolsas van, bolsas vienen. Y allí sí se amotinan todos. Cada uno quiere colocar lo que más le agrada o le ilusiona, así que a Renato y a mí nos toca ubicar fideos, papel higiénico, servilletas…
Hambrientos por una tarde de trabajo, todo termina en una tacita de café con pan de yemas o champurradas bien tostadas. ¡Salú pué!
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Algunos se preguntaran qué pasó con la historia de Nícolas. No la olvidamos sino que ya habíamos reseñado su trayectoria. Puede leer su historia en Un bebé, seis papás.