Por: Renato Contreras

Ese día nos sentamos Andrea y yo junto a nuestras tres hijas para anunciarles la gran noticia, el protocolo previo al anuncio les hizo sospechar como en ocasiones anteriores de qué se trataba…

Hasta entonces el marcador era un arrollador 3 a 0, las mujeres llevaban la delantera, así que el confirmar con el ultrasonido  que se trataba de un varón fue verdaderamente emocionante porque sabíamos que a nuestra familia y a las chicas en particular les vendría bien un hermanito.
¡UN HERMANITO! exclamaron las tres, y sus rostros se iluminaron de una alegría mezclada con aquella sospecha que pronto tendrían que lidiar con todo un torbellino de travesuras y juegos bruscos propios de los varones.
Confirmado, los varones son los primeros que se encargan de pintar el pelo de papi y mami con canas verdes, de enfadar a sus hermanas, de romper los juguetes, de jugar de luchitas… son como dice  Andrea, voluntariosos.  
Emilio fue el nombre que escogimos para el abanderado del equipo de los hombres o como nos dirían algunas personas bien intencionadas y otras no tanto, era el primero de la segunda tanda, porque para muchos tres es suficiente pero cuatro una locura, una irresponsabilidad. Para nosotros es una gran bendición.
Inevitablemente, Emilio ha crecido bajo una gran influencia femenina pero eso le ha hecho mucho bien porque de sus hermanas ha aprendido a ser un niño muy noble y cariñoso y que está locamente enamorado de su mamá.
Su comida favorita es la carne asada, le gusta estar siempre junto a mí, manejar (por supuesto con los lentes obscuros puestos) , cambiar la llanta del carro cuando se pincha, hacer los panqueques favoritos de Fátima y, como todos los niños, jugar eternamente en la bañera.
Me encanta ser el papá de Emilio y estoy seguro que a él le encanta ser mi hijo. Nos llevamos muy bien, le gusta que le haga muchas cosquillas, que le cuente muchas historias, que juguemos de carreritas, que le dé su comida en la boca, que lo cargue cuando viene del colegio…
Es nuestro pequeño saca jugos, que de pronto aparece a media noche acostado en la cama de papi y mami con el pretexto que tenía una pesadilla, o con dolor de panza cuando no quiere ir al colegio. Es heredero del buen humor de Andrea y por algo muchas personas dicen que es igualito a ella; ambos tienen un enorme corazón.
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Soy mamá de seis hijos y directora editorial de Niu. Me confieso como lectora empedernida y genéticamente despistada. Escribo para cerrar mi círculo vital.