La adolescencia es una etapa difícil en la vida del ser humano.  Es un revoltijo de hormonas que afectan tanto las emociones como la manera de comportarse y de pensar.  Es completamente normal que los adolescentes cambien de humor, no quieran hablar y se encierren en sí mismos. Es una etapa confusa y creo que, muchos adultos, nos olvidamos de lo confuso que es y por eso nos enojamos con ciertas actitudes que tienen los adolescentes.

Lo esencial de recordar durante la adolescencia de un hijo/a es que son personas y que merecen respeto.

Entonces, ¿qué pasa cuando llegan visitas a casa y ellos no quieren salir de su cuarto o platicar? Al igual que con los niños, a quienes no podemos obligar a saludar de beso y abrazo si no quieren, tampoco podemos obligar a los adolescentes a participar de una visita si no lo desean.  Es el mismísimo concepto.

Es más, recordando mi propia adolescencia, creo que es hasta peor obligarlos porque entonces pasarán toda la visita con mala cara o contestando de manera grosera.  Cuando ustedes, de adultos, no se sienten cómodos en una situación, no conocen a las personas o no tienen ganas de platicar, ¿se sienten felices de recibir visitas? ¿Les gusta que los obliguen a platicar con desconocidos sobre su día? Exacto. Eso creí.

Claro que de adultos sabemos que, a veces, tenemos que ser amables, platicar, saludar y estar en situaciones que no nos agradan a pesar de cómo nos sintamos al respecto.  También hemos desarrollado estrategias para controlar nuestra cara, tono de voz y hasta para tener charlas banales (“small talk” en inglés) que utilizamos cuando no queremos estar en una situación, pero debemos estarlo.  Pero, ¿qué pasa con los adolescentes? Ellos simplemente no tienen desarrolladas estas habilidades y, francamente, demuestran su desinterés.  Si un adolescente no quiere estar en un lugar, se verá claramente.

Así que, a menos que haya sido el adolescente quien invitó a un amigo a casa y luego no lo quiere atender, en mi opinión, no podemos obligar a los adolescentes a platicar o recibir una visita si ellos no lo desean.

Claro que debemos por lo menos intentar: “¿Podrías por favor salir solo a saludar?” o “¿Quieres sentarte un rato con nosotros?”

Respetando siempre su decisión de cuando quieran irse mientras lo hagan de manera respetuosa: en cuanto ya no quieran estar ahí, deben levantarse, decir “Permiso, voy a mi cuarto” y ya.  De verdad les garantizo que se van a ahorrar peleas y momentos sumamente incómodos si respetan las decisiones de sus adolescentes.

Es psicóloga clínica egresada de la Universidad Rafael Landívar. Aparte de la psicología siempre le apasionaron la etiqueta y los buenos modales y es por eso que, con una compañera de universidad, fundaron Molly Manners Guatemala: una academia de etiqueta, modales y habilidades sociales para niños y adolescentes. Ahora divide su tiempo entre dar clases de psicología en la universidad, impartir cursos y talleres en su academia, estudiar (que también le apasiona) y pasar tiempo con su esposo y su perro Mr. Pulgoso.