¡Ay la adolescencia!, esa etapa confusa, llena de altibajos, hormonal y complicada que muchos adultos tendemos a olvidar. Pero, la realidad es que todos fuimos adolescentes y todos, o por lo menos casi todos, les contestamos a nuestros papás, nos malhumoramos y muchas veces dijimos: ¡no quiero ir! simplemente porque no teníamos ganas. Valdría la pena recordar esto cuando nuestros hijos adolescentes nos estén sacando de quicio.
Pero bueno, este no es un artículo sobre cómo modificamos nuestros recuerdos personales para conformarlos a la imagen actual que tenemos de nosotros mismos, que, por cierto, hacemos constantemente; sino un artículo sobre qué hacer cuando los adolescentes no nos quieren acompañar a un evento.
A ver, de adultos, cuando no queremos ir a algo, generalmente, ponemos mil y una excusas y no vamos. Cosa que nuestros hijos ven. Entonces, lo primero que tenemos que entender es que los adolescentes deberían tener también la oportunidad de explicarnos las razones por las cuales no quieren acompañarnos a algo. A veces serán válidas y a veces no, pero es parte del fomento de su independencia el darles la oportunidad de tomar decisiones propias y de negociar.

Elije tus batallas
También creo que es importante tomar en cuenta el tipo de evento. Hay reuniones y eventos que son no negociables a los que, hasta nosotros de adultos vamos, aunque no tengamos ganas. Y hay eventos que, realmente, son de menor importancia. Hay que aprender a escoger las batallas, sobre todo con los adolescentes.
En cada familia los eventos no negociables serán distintos, pero me atrevería a decir que cumpleaños de familiares cercanos, cenas o almuerzos de fechas importantes, bodas de familiares o amigos cercanos, etc. serían los que entran aquí. ¿Qué será aquí lo importante? Platicar con el adolescente desde antes. Dejar 100% claro que es un evento no negociable al que debe ir, sea como sea. Eso sí, decírselos con tiempo y recordárselos. Los adolescentes, a pesar de estar en plena juventud, sufren de problemas de memoria selectiva.
Cuando es un evento negociable, como el cumpleaños del tío del primo de la esposa del hermano de Juan, entonces pónganse en los zapatos de su adolescente. ¿A ustedes les gusta ir a eventos en los que no conocen a nadie? Importante tomar esto en cuenta también: ¿habrá otros jóvenes de su edad en el evento? O ¿es un evento apto para la edad de mi hijo/a? Ningún, o muy pocos, patojos de 16 años quieren pasar todo el sábado en una piñata de niños de 5 años con quienes no tiene una relación cercana. Del otro lado, tampoco querrán pasar toda la tarde en el cuchubal de su mamá con señoras de 40 años para arriba.
¿Y las salidas en familia?
Ahora, ¿qué pasa cuando simplemente no quieren ir con nosotros a salidas familiares como el zoológico o el cine? Generalmente, lo que hacemos es amenazarlos o castigarlos, cosas que no funcionan. Pero eso no quiere decir que nos tengamos que rendir, dice Wolf (2018). Podemos aplicar presión, pero la clave es presionar de manera optimista y persistente. Decir: “De verdad queremos que vengas con nosotros,” “La vas a pasar bien, vas a ver,” etc. Persistir. Algunas veces decidirán acompañarnos y otras no, algunas veces la pasarán bien y otras no. Tenemos que estar preparados también para que hagan caras todo el tiempo que estamos fuera, es parte de tener un adolescente y uno no puede obligar a nadie a divertirse si no quiere.

Si, a pesar de la presión, sigue en pie el ¡no quiero ir!, también tenemos que estar preparados para aceptarlo. Sin enojarnos. Nuevamente, no podemos obligar a las personas a pasarla bien, será de probar suerte a la próxima (Wolf, 2018).
Es importante entender que, todo este comportamiento adolescente, es típico. Los adolescentes se van a ir separando de nosotros, es un proceso normal que los prepara para la vida adulta y la independencia. Doloroso, seguramente sí, pero es lo que, en realidad, deberíamos querer para ellos.
El 1,2,3 de la paz mental
Entonces, en resumen, ¿qué podemos hacer para incrementar las probabilidades de que los adolescentes nos quieran acompañar?
- Avisarles con anticipación: cuando sea posible, incluir a los jóvenes en la planificación. Tomar en cuenta sus preferencias de horario y día para las actividades. Por ejemplo, si queremos planear un picnic familiar, tomar en cuenta que el joven no tenga partido de fútbol a la misma hora. Si es un evento como un cumpleaños, recordárselos con tiempo.
- Decidir qué eventos son negociables y cuáles no y ser firmes. “Vamos a ir a la casa de tus abuelos del fin de semana, y tienes que ir,” no negociable. “Voy a salir a almorzar con mi mejor amiga de la infancia y le encantaría verte. Pero tú decides si quieres venir o no,” negociable.
- Buscar actividades que sean de su agrado: tomar en cuenta la edad y las preferencias. Si mi hijo tiene 16 años, ir a ver una obra de teatro de Peter Pan el fin de semana probablemente no sea lo ideal. Pero tal vez ir juntos al estadio sí. Si se tienen hijos de distintas edades, se pueden planear actividades que a todos les gusten o ir turnando los fines de semana. Lo que queremos es incrementar las probabilidades de que, en efecto, la pasen bien.
Referencias: Wolf, A. E. (11 de Mayo de 2018). My teen refuses to go on family outings. Should I force the issue? Recuperado el 29 de agosto de 2019, de The Globe and Mail.