Es completamente normal que haya peleas entre hermanos. Preocúpate si no existen…  Es más, una vez di un curso sobre trastornos disruptivos en la niñez y uno de los criterios diagnósticos del Trastorno Negativista Desafiante dice: “Un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos con un individuo que no sea un hermano” (Asociación Americana de Psiquiatría, 2014, pp. 462).

¿Por qué les pongo esto? Porque, antes que nada, quiero dejar en claro que es normal que los hermanos se enojen unos con otros.  Es normal que los hermanos discutan, peleen y se desafíen unos a otros. Es normal que los hermanos se venguen unos de otros y que, en general, no todo sea color de rosa.  En palabras simples: es normal que los hermanos a veces se agarren del mocho.

Pero, esto no quiere decir que todo tenga que ser peleas y agresiones.  Claramente tenemos que enseñar a los hermanos a llevarse bien y ser amables unos con otros.  Así que les dejo algunas sugerencias de cómo hacerlo.

Primero, es esencial enseñar respeto mutuo y no dejar a los hermanos insultarse unos a otros.  Las palabras pueden ser sumamente hirientes y es por esto que hay que enseñar a los chicos que nunca es adecuado insultar a nadie, ni siquiera a sus hermanos. ¿Cómo se puede hacer esto? Lo más importante es hacerlo con el ejemplo: si queremos que los niños sean respetuosos, debemos serlo nosotros también.  También dejando en claro que los insultos son inaceptables en casa.

Se podría implementar algo como un “bote de la amabilidad” en el que, por cada día o semana que los chicos no se insulten unos a otros se van metiendo pelotitas que luego pueden cambiar por alguna actividad familiar.

 

Segundo, los padres no deberían mostrar favoritismo. Aunque, aclaro que es completamente válido que los padres se lleven mejor con unos hijos que con otros, por cuestión de intereses compartidos y demás, pero también es importante reconocer que cada niño es único.  Los padres deben reconocer y validar las habilidades y logros únicos de cada uno de sus hijos.  Esto va de la mano con no comparar a un hermano con otro ya que cada quien es un individuo.  Muchos problemas entre hermanos surgen cuando los padres los comparan unos con otros o cuando los niños sienten que uno de los hermanos es el favorito.

¿Qué se puede hacer aquí? Pues tratar de pasar tiempo de calidad con cada uno de los hijos por separado ya sea haciendo una actividad que ambos disfrutan o tratando de aprender sobre los intereses del otro.

Enseñar habilidades y técnicas de resolución de conflictos y control emocional en momentos de tranquilidad.  Es esencial que los padres enseñen a identificar y expresar emociones de manera correcta, así como enseñar las habilidades adecuadas para resolver problemas.  Esto por medio de la enseñanza, ya sea directa o indirecta, de habilidades de inteligencia emocional y de resolución de conflictos, entre otras.  Cuando digo directa me refiero a que los padres enseñen ellos mismos las habilidades e indirecta que envíen a los niños a talleres y programas en donde enseñen estas habilidades.  Eso sí, en cualquiera de las dos opciones, es esencial que los padres se informen y aprendan.

 

peleas
Técnicas de resolución de conflictos / Imagen: Ludik.mx

Y, por último, pero no por eso menos importante: no ignorar el buen comportamiento.  Generalmente, los padres solo regañan cuando ven a los hermanos peleando, pero no los felicitan cuando se están llevando bien.

Como psicóloga les digo: el reforzamiento positivo tiene más impacto que el castigo. 

Así que, cuando vean que sus hijos se están llevando bien, jugando juntos y apreciándose unos a otros: felicítenlos a todos.

Y, lo más importante, recuerden que nadie, ni ustedes ni sus hijos, son perfectos así que, a pesar de todos nuestros esfuerzos, a veces los hermanos van a pelear.

Referencias

Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5ta. Ed.). España: Panamericana.

Es psicóloga clínica egresada de la Universidad Rafael Landívar. Aparte de la psicología siempre le apasionaron la etiqueta y los buenos modales y es por eso que, con una compañera de universidad, fundaron Molly Manners Guatemala: una academia de etiqueta, modales y habilidades sociales para niños y adolescentes. Ahora divide su tiempo entre dar clases de psicología en la universidad, impartir cursos y talleres en su academia, estudiar (que también le apasiona) y pasar tiempo con su esposo y su perro Mr. Pulgoso.