Cuando te enteras que serás mamá, no solamente se forma un ser dentro de ti, con ese bebé se forman sueños, ilusiones y el resto de tu vida. Lo esperas durante nueve meses, sueñas con él, sientes sus pataditas, escuchas los latidos de su corazón, compras cositas, lo imaginas… Pero algunas veces la vida decide que ese bebé se ponga alas, vuele al cielo, y tú regreses a casa con los brazos vacíos.
La vida te cambia, los sueños se rompen y tu corazón se seca. Que tu bebé muera en tu vientre a pocos días de que nazca no es el sueño de nadie, no es lo natural y te produce un dolor enorme que puede paralizarte completamente.
La última edición de la revista científica The Lancet señala que a nivel global las muertes intrauterinas (embarazos de más de 22 semanas) provocan que anualmente 2.6 millones de padres sufran en silencio la pérdida de sus bebés en gestación. En Guatemala no hay un registro exacto de estas. El tema constituye un tabú y tiene como consecuencia “invisible” que más de 4,2 millones de mamás vivan con síntomas de depresión, los cuales se prolongan por muchos años después de haber vivido la muerte de su bebé.
Si tienes una amiga que está pasando por esto, es necesario que sepas que además del dolor tan profundo, debe afrontar muchas otras cosas. Después de dos años de haber vivido la pérdida de mi hija María Mercedes, estas son algunas que yo he vivido…
He sentido envidia
Siempre nos han dicho que sentir envidia no es bueno, pero en este caso es inevitable. Tenía muchos sueños que realizar con mi chiquita y ver a otras familias que sí lo están haciendo me cuesta mucho. Evito los lugares que me hacen sentir incómoda, o me traen recuerdos dolorosos, me doy ese permiso y me siento bien cuando mis amigos y familia me comprenden.
Siento una dicha especial cuando escucho el nombre de mi hija
En el segundo cumpleaños de mi hija tuve la dicha de recibir un regalo muy especial, mi amiga Aixa escribió un libro maravilloso lleno de historias –Lágrimas Valientes– una de ellas se titula María Mercedes y cuenta su historia. Ella hizo algo que estoy segura es el sueño de toda mamá que pasa por esto, hizo VISIBLE a mi hija, hizo que el mundo supiera su nombre y de su existencia. Además todas las ventas de este libro son para apoyar a Vidas Plenas, una fundación que se dedica a apoyar en sus necesidades físicas, sociales, emocionales y espirituales a niños, jóvenes, adultos y familias de La Limonada en Guatemala. Lo que sentí no puedo expresarlo con palabras…
No quiero que nadie tema pronunciar su nombre. Vivió, es muy importante para mí y escuchar su nombre alivia mi corazón.
Tengo subidas y bajadas
Puedo tener un día menos difícil, y días totalmente grises. Por favor no quiero que con los primeros piensen que mi dolor se ha acabado, o si por el contrario tengo un mal día, necesito de un psicólogo o que no lucho, porque esos días son en los que más soy valiente.
La muerte de un hijo es diferente de cualquier otra pérdida
Deseo que las personas lo sepan, esta es la tragedia más grande, algo antinatural y me gustaría que no la comparen con la muerte de un padre, esposo o mascota. No existe una palabra que me defina, al perder a tu esposo, eres viuda. Al perder a tus papás, huérfano. Cuando pierdes a un hijo no existe una palabra… solo sé que soy un alma y un corazón incompleto y que una parte de mi se ha ido para siempre… pero también que una nueva ha llegado, diferente, otra, alguien que está aprendiendo de nuevo, y eso toma tiempo.
Algunas personas pueden huir de ti
Así es esto, una prueba en todo sentido. Muchas personas que creías cercanas posiblemente se irán. No pasa nada, solamente no saben cómo actuar o qué decir…
Las reacciones «exageradas» son normales
Las de dolor, la tristeza, la rabia, la frustración, la desesperanza y la puesta en duda de valores y creencias son de esperar después de la muerte de un hijo. La lucha es diaria y todos los días trabajo arduamente en trasformar estas emociones para renacer y resurgir.
El dolor no tiene fecha de caducidad
Si consideras que después de 6 meses, un año o dos, todo debería regresar a la “normalidad”, te equivocas, este duelo no funciona así. Ha sido una experiencia traumática y la lucha es muy fuerte… y posiblemente para siempre.
Yo cambié
El dolor cambia a las personas, no soy la misma de antes y jamás lo seré. Tengo nuevos pensamientos, nuevas creencias, nuevos valores, y en algún momento espero tener nuevos sueños. He cuestionado mi fe y he agradecido mucho a quienes no me han hecho sentir culpable y me han ayudado a mantenerme cerca de Dios a pesar de mi «rebeldía».
Mi hija en la tierra no sustituye a mi hija en el cielo
La amo como a nadie, pero hay momentos que siento como si viviera en dos casas al mismo tiempo, y quiero estar en las dos por igual. Ella no es mi salvavidas, y no quiero que sea mi motor, quiero que sea mi hija. Las amo a las dos por igual, no puede haber diferencia.
Las «fechas» son muy difíciles
La fecha de su nacimiento, los cumpleaños, Navidad, fechas simbólicas personales, el Día de la Madre, etc. son fechas complicadas. Agradezco que nadie trate de forzarme a ser una explosión de felicidad.
La familia y los amigos son muy importantes
Sin ellos el camino es más complicado, su paciencia y detalles es un tesoro y lo que muchas veces salva mi día. Muchas gracias por estar conmigo en todo momento.
El 15 de octubre es el Día Internacional de la Pérdida Perinatal, es ya una tradición hacer una ola de luz a nivel mundial por todos los bebés que se han puesto alas -desde los más chiquititos con muy pocas semanas de gestación hasta bebés de 1 año de nacidos-. Las velitas se encienden de 19h00 a 20h00, hora de tu país.