Me gustaría decirles que todas mis decisiones en la elección de colegio fueron acertadas a la primera. Pero no fue así.
Pero antes de seguir, quiero contarles que en este camino me di cuenta que quizá una decisión en un determinado momento no fue del todo equivocada. A lo mejor en esas circunstancias fue la correcta, pero como las personas cambiamos, maduramos, evolucionamos… pues quizá lo que decidimos como mejor para x tiempo, no lo será así para otro momento.
Me explico. Para el primer colegio de primaria de mis hijas, exploramos dos. Pensamos que eran bastante parecidos en muchos aspectos, así que elegimos el más cercano. No dudo que nuestra decisión nos salvó de penas, madrugadas y estrés en el tráfico. Pero en algún momento vimos que la cercanía no debería ser el bien supremo. Así que decidimos explorar el otro colegio que ya habíamos conocido.
Y las cambiamos. Ahora, ganó el nivel académico. Pero, algún tiempo después vimos que la educación en este colegio se enmarca en un sistema muy tradicional, lo cual es lo normal para quizá el 98% de los colegios de Guatemala.
Y aquí va mi primer consejo: antes de elegir colegio, piensa en cómo quieres que la educación vea a tu hijo… y viceversa.
Si eliges un sistema tradicional, es muy probable que lo veas haciendo tareas por horas de horas, por ejemplo. O que deba hacer tareas sin mayor objetivo pedagógico, pero que son necesarias para alcanzar una zona.

No dudo que el sistema tradicional y los colegios que funcionan con este, aporten a la educación… de hecho hay muchas cosas que debo agradecer de los dos colegios donde estudian cuatro de mis retoños. En fin, la pregunta que debes hacerte es si el sistema educativo tradicional es el que quieres para tus hijos.
Yo, por lo menos, descubrí en el camino que no era lo que quería para ellos y que me hubiera encantado un sistema más flexible…
Pregunta, pregunta y re pregunta
Con mi tercer y cuarto hijo, el punto de inflexión para elegir el colegio fue el buen nivel de inglés y reportajes sobre su sistema educativo más visionario. Además, la cuota era subsidiada y lo vimos como una oportunidad para acceder a una educación bilingüe que de otra forma no podríamos pagar.
Sin embargo, contrario a lo que esperábamos, el sistema sí era muy tradicional y en ocasiones, poco abierto al diálogo. Aunque sí he de decir, que el primer año comentamos que la carga académica era excesiva y en el segundo ciclo, observamos un cambio significativo en este sentido.
Y aquí va mi segundo consejo: cuando investigues sobre un colegio, acude a padres de familia que tengan allí a sus hijos. Habla con varios para tener diferentes matices. No te dejes llevar por publicaciones de medios de comunicación aunque sean informativas y no publicitarias, porque generalmente te mostrarán solo un enfoque y se les escaparán detalles del día a día que son importantes.
¡Lotería!
Con mi quinto y sexto hijo, creo que el asunto ha ido mejor. Desde sus primeros años, los inscribimos en un colegio pequeño pero ma-ra-vi-llo-so, que entendía la psicología educativa y sobre todo que estaba en sintonía con nuestra visión. La directora era fenomenal y buena parte de sus decisiones educativas las basaba en la neurociencia.
Creo que si hubiera descubierto este colegio con mis hijas grandes, seguro todos hubieran estudiado allí.
Tuvimos que cambiarlos, porque luego que la directora dejó la labor docente, el colegio fue cambiando varias cosas. Pero tuvimos la suerte de encontrar un colegio igual de amable y centrado en los niños.

¿Qué significa esto? Hay tareas, pero no excesivas. A mis hijos, sobre todo al más pequeño, les ilusiona aprender. El colegio es ordenado, pero sin manías. Las maestras son comprensivas pero firmes… El personal siempre está alegre y es muy amable, conocen a los alumnos y los tratan con cariño.
Mi consejo: no pienses que necesariamente debes inscribir a tus hijos en el mismo colegio que tú estudiaste, solo por tradición o porque crees que como funcionó para ti, también lo hará para tu hijo. Olvídate de elegir un colegio porque tiene fama de ser el mejor, explora un poco más. No elijas un colegio solo porque está cerca, te ahorrarás madrugadas, es cierto; pero indaga qué ganarás además de esto.
Elige un colegio que trabaje para sacar lo mejor de tu hijo, donde te escuchen y lo escuchen, donde te vean como un apoyo en la educación y no como un antagonista. Donde tus hijos aprendan porque los hace felices y no por obligación.
Sé que muchos sabemos de colegios con sistemas educativos interesantes pero que quizá quedan fuera de nuestro presupuesto, pero te animo a buscar la mezcla correcta. Nosotros la encontramos, varios años después, pero ¡la encontramos!