Los niños no asimilan tan fácilmente la separación de los padres. Si para nosotros es complicado asumir todos los cambios emocionales que vienen con un divorcio, no digamos para ellos que aún se encuentran en el proceso de construcción de la personalidad. Así que aunque tengamos la tentación de ocuparnos únicamente de nuestros sentimientos, debemos encontrar un balance para sanar nuestras emociones y las de nuestros hijos.
Te damos ahora algunos consejos:
Pon atención a las señales: sí puede ser que se pongan rebeldes, tristes o quieran mostrarse indiferentes. Todas son respuestas a una necesidad que tus hijos tienen. Y no solo es atención. Es la necesidad de comunicación. Ellos quieren saber qué pasa, qué deben esperar, si habrá cambios, cuáles podrían ser. Obviamente, para comunicar este tipo de información, debes tomar en cuenta la edad y madurez de tus hijos, y la serenidad e imparcialidad con las que debes comunicar aspectos importantes.
Nada mina la confianza y la empatía, como la mentira. No es fácil, pero procura elegir bien las palabras para que puedas hablarles con la verdad pero con delicadeza al mismo tiempo.
Sé su roca. Ellos tenían una familia en la cual confiar y ahora que sus padres se separaron quizá se sientan inseguros y sin respaldo, pues ven que esa unidad familiar se ha roto. Tú como madre/padre debes centrar todos tus esfuerzos en abrazar a tus hijos con tus actitudes: quiérelos, está pendiente de sus cosas, búscalos para hablar y compartir. Apóyalos en sus iniciativas, protégelos en sus miedos, anímalos ante su proyecto de vida.
No cometas el error de «rehacer tu vida», alejándote de tus hijos.No puedes hacer un borrón y cuenta nueva… porque solo pondrás un muro entre tú y tus hijos. Ellos te necesitan y tú tienes el deber de responder con madurez. No eres un/una adolescente que tiene una nueva pareja y puede olvidarse de lo que vivió en la relación anterior. Es más, ahora debes ser una mamá o un papá ejemplar, cariñoso y sincero.
Encuentra una persona de confianza con quien puedas desahogar tus sentimientos. Si tú estás bien, será más fácil ayudar a tus hijos a enfrentar asertivamente esta situación.
Y por último, graba en tu corazón que aunque tu cónyuge haya cometido uno o muchos errores, sigue siendo el papá o la mamá de tus hijos. No los pongas contra él o ella. Si la familia sufrió un terremoto, trata de construir para que algún día tus hijos vuelvan a sentirse parte de un hogar.