Migrante no es la historia de Marcos Andrés Antil. Es la historia de una familia fuerte, con lazos incondicionales y un legado envidiable.
Logré leerlo hace pocos meses y lo resumiré todo en una frase: me atrapó y lo terminé en tres días. No tengo mucho tiempo libre pero aprovechaba cualquier momento para volver a la lectura. Simplemente me inspiró, me conmovió hasta las lágrimas y aunque mi vida no ha sido tan retadora como la de Marcos, me movió a volver a mis raíces y tomar de allí fuerzas para seguir el camino.
Debo confesarme admiradora del papá de Marcos, el profundo amor por su progenitora y la valentía de emprender solo el viaje a la ciudad de Guatemala, aun siendo un niño. Lucía, mamá de Marcos, es un modelo de sacrificio, alegría y entrega generosa. Sus hermanos mayores, ¡Dios mío..! qué capacidad para renunciar a sus sueños y dedicarse a trabajar por un objetivo común. Su familia fue un espectacular apoyo para el fundador de Xumak.
Para mí, el momento más emotivo es la charla que tuvo con sus padres poco antes de ir a la universidad. Lloré como si estuviera en la sala de mi casa, pero estaba sola en un restaurante con gente en mesas cercanas. Evocó una etapa de vida reciente con una de mis hijas, así que allí en público y sin recato me uní al sentir de Marcos y al de sus padres.

El libro ha pasado de mano en mano en mi casa. De momento, lo leyó mi esposo también en tiempo récord y la tercera de mis hijos. Ahora, lo leerá nuestra primogénita. Todos, al final, conmovidos por esta historia profundamente humana, que interpela porque al final, migrantes somos todos… aunque no salgamos de nuestro país. Todos caminamos buscando nuestro Norte.
En fin, si alguien busca un modelo de familia, por favor, búsquenlo en este libro. Si quieres un libro genial para tus adolescentes, sin duda esta es una gran opción: de fácil lectura y un aprendizaje de vida en cada página. Retos, aspiraciones, grandes decisiones y un zoom a la realidad que se vive en muchas zonas de Guatemala y que muchas veces ignoramos o consideramos lejana. Un librazo.
Gracias, Marcos, por abrir tu alma y hacernos florecer.
