Si hay una maratón por la que Silvana de Rasch da la vida, esa es la maternidad. Y eso a pesar que es una de las atletas más destacadas, pues ha logrado no solo completar todas las World Marathon Majors, sino ocupar un lugar destacado. Es una de las pocas mujeres de Guatemala que ha completado la Maratón Back2Back de Boston y Londres, además de establecer su récord personal como el mejor tiempo de Guatemala en la rama femenina en la maratón de Tokio 2016.
Sin embargo, hace seis años tuvo el coraje de renunciar a su entrenamiento, a la posibilidad de llegar más lejos y traspasar más metas porque deseaba tener un tercer hijo. Pasó un año preparando su cuerpo para un embarazo. No sucedió en esos doce meses, pero al retomar los entrenos y estar lista para su primera maratón en Boston, se enteró que el mismo mes que clasificó para este evento deportivo, también recibió el regalo de la maternidad.
“Hay un momento para todo y engordarme al estar embarazada nunca fue una preocupación para mí. Aumenté 50 libras sin importar que tuviera que correr una maratón. Mi doctor nunca me dijo que no corriera, pero yo pensé: Tengo toda la vida para correr, voy a hacer el sacrificio por mi bebé. Los últimos tres meses ya no corrí aunque sí hacía pesas para fortalecer los músculos. Mi bebé nació en febrero y yo debía correr la maratón en abril…”
Silvana regresó a la pista a los 40 días, con todo y carruaje. “Me molestaba un poco la cesárea, pero todo lo que cuesta, duele”. Reconoce que en muchos momentos, sintió miradas que parecían decirle: Señora loca, ¿qué hace con su carruaje..? Pero, al mismo tiempo afirma que «Hay que aceptar el momento en el que estás y hacer lo mejor con lo que tienes”.
Ese año, viajó a Boston para competir pero dado que hacía demasiado calor, los organizadores dieron la opción a las personas que no estaban bien entrenadas, que recogieran su número y regresaran el siguiente año. Y así lo hizo.
Por cuatro años consecutivos, Silvana fue la primera mujer chapina que llegó a la meta en la maratón de Boston.
La mamá que no corre, vuela
“No existe mamá perfecta. Hay que estar contenta como uno es y dar lo mejor que se pueda. A mí me pasaba que me sentía una mala mamá cuando iba a entrenar y dejaba a mis hijos. Pero creo que no hay malas mamás, existen los malos sentimientos y muchos están en nuestra cabeza”.
Hay lecciones que la maternidad le ha dado como deportista, pero también hay enseñanzas que el deporte le ha dejado a la maternidad. Es imposible saber cuándo termina la Silvana maratonista y cuándo inicia la Silvana mamá.
Uno de los momentos más difíciles que afrontó fue descubrir que su pequeño hijo tenía problemas de audición. “Nos dimos cuenta a los tres años. Yo me echaba la culpa por no darme cuenta antes. Culpaba a la corrida y por eso dejé de hacerlo durante un montón de tiempo. Pero este deporte me ha dejado tantas cosas lindas…”
Y una de esas cosas lindas es sentir el apoyo de su familia. Aunque generalmente, una de sus hijas o su esposo viaja con ella, Silvana recuerda con especial cariño cómo fueron a animarla cuando corría por tercera vez la carrera de los Cuchumatanes. Recuerda que su esposo les decía a sus hijas: “Su mamá si está loca… está re loca. Miren estas subidas…”
Pero, Silvana también debe luchar por organizarse y cumplir con sus deberes de mamá. “En una ocasión, corrí la maratón de Boston un lunes, regresé el miércoles a Guatemala. Estuve ese día en el país, hice supermercado y las labores de mamá para dejar todo listo. El jueves partimos con mi esposo hacia la maratón de Londres. A veces siento que no estoy tan presente o no estoy tan activa… Y por esa razón, no he participado en una Iron Man. Porque sé que va a requerir mucho tiempo y no estoy dispuesta a dar lo que le corresponde a mi familia”.
«El hombre de mi vida»
Silvana tiene el apoyo incondicional de su esposo. Ella misma afirma que él es su patrocinador oficial. “Es bien lindo porque a veces los hombres no quieren que la mujer destaque pero él me respalda y yo lo apoyo en su trabajo, y procuro cumplir con mi rol como mamá y esposa. Tenemos una relación muy linda como matrimonio. Somos bien unidos en nuestro día a día”.
Cuenta que cuando corría dentro de su colonia, su esposo le dejaba notitas de ánimo en el buzón. Era capaz de seguirla hasta tres horas en carro para cuidarla en sus entrenos por la Costa Sur.
De hecho, una de las carreras se la dedicó a su suegra, Titi. En la parte trasera de su camiseta, Silvana escribió la leyenda: “Muchas gracias por educar al hombre de mi vida”. Aún se conmueve cuando lo recuerda.
Nunca se pierde, solo se aprende
Correr empezó siendo algo personal y llego a ser un asunto familiar. “Yo quería demostrarles a mis hijas que sí se podía. Mi última meta era hacer una maratón en menos de tres horas. Un día me reuní con una amiga y yo estaba preocupada pensando si iba a llegar a mi objetivo. Le decía que no quería quedar como una loser ante mi hija. Pero ella replicó: no quedarás como una perdedora sino como alguien que probó.
“Siento que este deporte me hace una mejor persona porque me ha hecho más humilde, porque de repente tienes un tiempazo y te da una hepatitis. No tienes el control de nada. Aprendes que un tiempo, una mala carrera no te define. Vas a tener días buenos o malos y lo que importa es qué es lo que haces con ellos.”
La maratón le ha enseñado a Silvana a ser perseverante y determinada, también en la educación de sus hijos. De esa cuenta, elige sus batallas. Además, les transmite que en cada situación, se debe ser muy agradecido y humilde; y les repite constantemente : “Al correr, gana quien sudó la camiseta… no quien tiene el mejor carro. Hay que ser auténtico siempre”.