Puedo apostar que para ningún adolescente pasó desapercibido el hecho terrorista que conmovió a Inglaterra hace pocos días. Es posible que la única comunicación que hayamos tenido con ellos sobre esto haya sido un ¿viste lo que pasó?, o incluso, que nos hayamos limitado a leer lo que publicaron o compartieron en sus redes sociales.
El terrorismo no es un tema que queremos abordar. Para nada. Aunque en los países latinoamericanos afrontamos continuamente la violencia, no hemos experimentado el terrorismo tal como lo viven (y sufren) en países europeos o asiáticos. Pero nuestro mundo ahora es un pañuelo y las imágenes cruentas y muchas veces perturbadoras aparecen ante los ojos de nuestros hijos en cualquier momento ya sea en la televisión o en las redes sociales.
Un estudio realizado por Brad Bushman y Juliette Walma Van der Molen, sobre las reacciones de miedo y preocupación que la violencia televisiva podría causar en nuestros hijos; determinó que las situaciones de homicidio, tiroteos, incendio, guerra, accidentes de aviación, hambruna asustan más a los niños “cuando el contenido violento se describe como noticia que cuando se describe como ficción”. Además, se observó que las niñas sufrían más que los varones. Y que los niños mayores anticipaban las consecuencias negativas y se preocupaban con frecuencia de que algo así les podría pasar a ellos. Según Infobae, el estudio se realizó en 572 menores entre 8 y 12 años.
A nuestros hijos no les resulta indiferente el terrorismo y por eso hay que hablarlo. Cuando nombras algo, puedes enfrentarlo.
Y para hacerlo, primero debemos estar informados. No quiere decir que veamos día y noche las noticias, sino que acudamos a fuentes confiables que nos permitan contar con información básica que sea la materia prima para hablar con nuestros hijos. La psicóloga Margarita Bonduel subraya este último aspecto y recomienda que los padres filtren y expliquen la información, ya que «muchas veces los niños o adolescentes toman la información de redes sociales o de fuentes dudosas. Es esencial que los padres les preguntemos: qué saben y de dónde sacaron la información (…), de esta manera podemos desmentir datos que no son verdaderos y a la vez aclarar dudas sobre el tema”.
Al mismo tiempo, la psicóloga Lucía de Castañeda afirma que ante un evento así “es necesario estar pendientes de qué es lo que los niños y jóvenes ven en internet y en la televisión, pues es frecuente que en noticias de este tipo aparezcan fotografías explícitas de lo sucedido, personas seriamente lastimadas, ensangrentadas, etc., incluso hay ocasiones en las que alguien casualmente grabó el incidente en el momento que sucedió y luego el video es subido a internet donde cualquier persona lo puede ver”. De acuerdo a la profesional, lo importante es “explorar qué información recibieron para corregirla o completarla, explicarles lo sucedido de forma general sin necesidad que vean fotos o videos”.
Luego de este primer paso, se avecina quizá lo más complicado. Castañeda lo resume así: “Nuestros hijos pueden sentir miedo que les suceda a ellos o a alguno de sus familiares. Pueden no comprender qué sucede, sobre todo el por qué. Estas situaciones colocan a los padres en una posición compleja ya que un evento terrorista evidencia el potencial y capacidad de algunos seres humanos a hacer el mal, a destruir, a matar a inocentes sin ningún sentimiento de culpa… Los niños y los adolescentes aprenden que no todas las personas son buenas”. Y este es un tema importante para tocar en familia: “Los hijos deben desarrollar un filtro, deben aprender a discernir qué tipo de personas tiene una buena intención y quiénes no”.
Por supuesto que el enfoque que debemos darle al tema debe ser acorde a la edad de nuestros hijos. Ambas profesionales recomiendan que con los más pequeños lo hablemos de una forma más general y que evitemos utilizar ejemplos demasiado gráficos con niños pequeños para no provocarles un miedo desmedido. Por otro lado, con los adolescentes podemos hablar de temas más profundos: la empatía y compasión con quienes sufren, reflexionar sobre las víctimas de su edad que están pasando por estas tristes experiencias, qué llevó a las personas a hacer esto… Sin embargo, a cualquier edad el mensaje que debe quedar totalmente claro es que la violencia no es la mejor solución para los conflictos. Con nuestros hijos más grandes es conveniente incluso hablar sobre la forma en la que grupos extremistas captan adeptos a través de las redes sociales y darles criterios para que sean capaces de identificar este tipo de peligros.
A pesar de la connotación negativa que este tema puede tener, debemos estar claros que nos abre una puerta para tratar temas y valores muy, muy importantes. Bonduel recomienda que uno de estos sea “recalcar el hecho de que quienes llevan a cabo los actos terroristas son una minoría y no debe juzgarse a todas las personas de una religión o grupo étnico”. Además, subraya la necesidad de hacer énfasis en las personas que ayudan y enfocarse en los héroes de las situaciones. Esta perspectiva es compartida por Lucía Castañeda quien afirma que podemos “utilizar estas situaciones para enseñar qué es la tolerancia y sus implicaciones. También podemos hacer énfasis en el apoyo y la cooperación, utilizando los ejemplos de las personas que trabajan y colaboran para ayudar en este tipo de situaciones”.
Algunos consejos prácticos
De acuerdo a Margarita Bonduel, sin importar la edad de nuestros hijos resulta esencial tomar en cuenta los siguientes aspectos:
- Escucha con atención sus miedos y preocupaciones y valida sus sentimientos, pensamientos y reacciones.
- Ofréceles seguridad
- Crea un ambiente de confianza en el que tu hijo se sienta a gusto y pueda hacer preguntas
- Prepárate para repetir la información y explicaciones varias veces.
- Tranquilízalos, pero no haga promesas falsas. Es bueno que los niños sepan que están seguros en su casa o en el colegio. Pero no les debes prometer que nunca estarán expuestos al terrorismo ni a la guerra.
- Los niños tienden a personalizar las situaciones, se preocuparán por sus amigos y familiares. Sobre todo si viven en la zona o cerca de ella.
- No utilices estereotipos, usa la experiencia para explicar que son los prejuicios y la discriminación.
- Hazles saber cómo te sientes tú, se sentirán mejor si saben que no son los únicos sintiendo miedo.
- Está atento a tus hijos y a cualquier cambio que pueda darse en su conducta y/o estado del ánimo.