Cuando la sexualidad empieza a aflorar en nuestros hijos, hay muchas preguntas flotando en sus cabezas y también en las nuestras. Ellos tienen preguntas y nosotros deberíamos tener respuestas… Desafortunadamente, siempre hay intermediarios y no todos son ni simpáticos ni honestos.
Netflix es uno de esos intermediarios incómodos, con los que no quisiéramos toparnos (y créanme, tampoco quieren que sus hijos se topen con ellos). Con su recién lanzada serie Big Mouth, hacen una intromisión burda en la sexualidad de los niños y adolescentes. Una intromisión que no da una visión madura ni sana pues reduce la pubertad a la masturbación, a los sueños húmedos, al tamaño de los genitales…
Mientras veía el tráiler y algunos trozos de los episodios, me preguntaba, ¿qué querría Netflix con esto? ¿Dar “educación sexual” a mis hijos? ¿Satisfacer a los pedófilos? ¿Entretener a los adultos? ¿Tirar a los adolescentes a una piscina sin agua?
(Esta es una parada obligada: no dimensionarás de lo que estamos hablando si no miras el tráiler)
La intención resulta bastante confusa. Y creo que no soy la única enredada. Leí críticas de varios portales y todos coincidían en que era una serie para adultos, quizá lo pensaron así por su contenido. Lo cierto es que Netflix la clasifica como apta para mayores de 16 años.
¿Puedes imaginar a tu hijo de 16 años + un día, viendo contenido como este? ¿Serías la madre más feliz? Seguro que no. Y puedo apostar mi nombre a que serán muchos los menores de esa edad los que consumirán este contenido. De hecho, los personajes tienen alrededor de 14 años, si no es que menos.

En una entrevista con la revista Variety, el actor de voz Jenny Slate habla sobre cómo –según él- el programa ayuda a «construir una identidad». Yo solo puedo pensar «De esos referentes e influencias, líbranos Señor».
Es curioso, porque he oído hasta la saciedad que se deben derribar los tabúes sexuales, y esta serie lo que hace es fortalecerlos. Porque, ojo, hablar “sin vergüenza” de la sexualidad no significa necesariamente, hablar de una forma asertiva ni acertada. Netflix usa como excusa a nuestros adolescentes para producir una serie que sin duda les autocomplace como empresa pero para la que no hay ninguna explicación ni razonable ni decente.
Con episodios como “Eyaculación”, “¿Soy gay?”, “Las chicas también se excitan” y “Pornovista”, entre otros; la serie no cumple ni por asomo uno de los supuestos objetivos que se habían propuesto, según declaraciones de una persona vinculada con la producción: “No debes sentirte mal o avergonzarte por pasar por la pubertad”…
El carácter y el enfoque de Big Mouth, logra todo lo contrario. Para Netflix, los adolescentes son genitales con personalidad, controlados por bestias hormonales de dudosa reputación.
¿Qué puertas abre Big Mouth?
En esta serie, la pornografía es nuevamente presentada como una gran educadora para saber qué me está sucediendo y cómo debo actuar cuando “llegue el momento”.
Los resultados de promover el porno son lamentables. De acuerdo al artículo Cómo la pornografía está cambiando la adolescencia: «Chicas jóvenes – niñas, realmente– se humillan para pasar como chicas normales en una cultura cruel y pornificada. Otro estudio encontró que en la mayoría de las adolescentes británicas que habían tenido sexo anal, la primera vez ocurrió dentro de una relación de pareja “estable”, pero “no bajo circunstancias de la exploración mutua del placer sexual”. Si no que eran los varones los que presionaron a las chicas para intentarlo, y las chicas reportaron que sentían “que debían” aceptar ese papel, porque todas lo hacían». Además, reporta que «un quinto de muchachas había sufrido violencia o intimidación por parte de sus novios adolescentes, quienes habían asegurado consumir regularmente pornografía».
El rechazo a mi ser femenino / masculino. Uno de los diálogos que más llamaron mi atención (y que también me encabronaron) fue el que sostiene Jessi con la Estatua de la Libertad en el capítulo dos. Esta le dice en frío a la adolescente «Ser mujer es ser miserable. Hay embarazos no deseados, menstruación… Si tienes suerte, algún hombre se masturbará delante de ti en el tren».
Ante este panorama, ¿Tiene algo bueno ser mujer? ¿Está la serie ayudando a construir la identidad de nuestros hijos? ¿Ayuda a que una niña que acaba de tener su primer período menstrual se sienta mejor, menos avergonzada?
¿Y qué sucede si un adolescente duda de su masculinidad, aunque sea momentáneamente? Big Mouth tiene la “canción correcta”: “Si eres gay, cada día es un cabaret de alegría. Tienes clase y estilo, todos te aman. Hazte gay. Sé un arcoiris colorido y brillante”.
Además, presenta la masturbación como una práctica común E IRRESISTIBLE de autocomplacencia.
Algunos de los personajes, tienen cierta obsesión con su cuerpo: no digamos con los dilemas de soy gorda o no; si no que se dejan atormentar por conflictos sobre el tamaño de su pene, de sus glúteos o cómo se ven sus senos.
Y como una guinda del pastel, los adultos son vistos (o separados) en dos grupos:
Los open mind: que animan a sus hijos a ser gays, narran sus experiencias con novios “bien dotados”, los animan a explorar su sexualidad o aprender a poner un condón usando un banano. O bien, adultos tontos o ridículos que son aburridos, cándidos o simplemente más inmaduros que los propios adolescentes.
Entonces, ¿qué autoridad nos dejan a los padres? ¿Es que no existen en el mundo adultos con la madurez suficiente para abordar la sexualidad de una forma asertiva? Según Big Mouth, no.
Revista Niu llamando a Netflix. Conteste, Netflix
Intenté hablar telefónicamente con algún ejecutivo de Netflix para hacerle preguntas como la anterior, pero solo logré comunicación por correo electrónico con Kari Pérez, de relaciones públicas. Solicité hablar con alguien que pudiera responder a preguntas como: ¿Por qué Netflix apuesta por una serie de este tipo?,¿cuál es la concepción sobre la sexualidad que está detrás de la serie? ¿Qué principios están implícitos en la promoción del sexo anal o de la pornografía, por ejemplo?
La respuesta fue decepcionante. Se limitó a un “No hay voceros disponibles para Big Mouth”.
Es decir, ¿una empresa puede lanzar la piedra y esconder la mano? Al parecer, sí. Lo hacen todo el tiempo. ¿Qué queda entonces?
Ponerte de portero y evitar que te metan gol en tu propia cancha y usando el internet y la suscripción que tú pagas. Así que:
- No asumas que tus hijos no se verán atraídos por la serie. Son dibujos animados y probablemente piensen que es una más. Si lo deseas, en el área de control parental de Netflix, puedes asignar un pin para acceder al contenido que elijas, de acuerdo a la clasificación.
- Habla con ellos sobre esta producción y su contenido. Abre de par en par las puertas para que hablen contigo cualquier duda que tengan sobre sexualidad. Yo les diría claramente que no la vean, si tú lo haces; dales los argumentos correctos.
- No asumas que los amigos de tus hijos no la verán. Seguro que más de alguno lo hará y entonces, será un tema de conversación, de chistes, de presiones. Y entonces, regresa al punto 2.
Y sobre todo, con o sin Big Mouth, por favor habla con tus hijos sobre sexualidad. Más vale llegar un año antes que un día después. Nuestros hijos necesitan conversar con sus padres sobre sexualidad a partir de los 8 años aproximadamente. Y si en tu casa, tienes ya ejemplares adolescentes :), y nunca has tenido una conversación franca con ellos, hazlo ahora. Porque hoy será Big Mouth el intermediario incómodo; pero mañana puede ser el amigo, el internet o una mala experiencia que pudo haberse evitado de contar con la información adecuada.