Estoy sola. Totalmente sola, pero escucho voces. Voces que me inquietan. Hay una que en particular me gusta y otra que es enigmática. Estoy a oscuras. Algunas veces, logro distinguir un rayo de luz y noto que algo dentro de mí late con más fuerza. Imagino figuras con esa claridad. De repente, se convierte en un triángulo y creo ver entonces una silueta, en ocasiones también distingo como un ser largo, laaargo. Sin pies pero muy escurridizo. Sé que no tiene pies, porque yo sí los tengo. Ahora ya no soy tan escurridiza como él. Antes no podía estar tranquila. No sé si era por la oscuridad o porque simplemente había más espacio.
Las voces las escucho todo el día. Es oírlas y el rayo de luz sin pies se mete en mi estómago. Sube, baja, me hace cosquillas. Me inquieta. ¿Quiénes serán? ¿Algún día los conoceré? ¿Por qué estoy encerrada aquí? Lo bueno es que me alimentan bien. Creo que cada día estoy más fuerte, pero no sé si seré lo suficientemente poderosa como para salir. A pesar de eso, por las noches duermo muy bien. Tengo sueños… inexplicables. Una mano que me acaricia y que me dice: pronto estarás conmigo. Es una voz dulce. Cuando sueño eso, río dormida. Lo sé porque mi sonrisa queda marcada sobre el brazo en el que duermo.
Mis ojos son preciosos. No es que sea vanidosa, pero esa voz de los sueños me lo dice todo el tiempo. Espero que además de preciosos, puedan ver el rostro de quien me habla, porque ahora en esta penumbra no distingo nada. Sólo sé que alguien espera conocerme y que me quiere. Sí, también me lo dice. ¡Te amo!, me susurra mientras duermo.
Parece que hoy es el día. Hay mucho movimiento allá afuera. Creo que me liberarán. No puedo dejar de sentir cosquillas… ya hasta hice amistad con el ser escurridizo.
– Pasa algo… No sé, algo pasa. Estoy rara. Ven pronto, por favor.
– Tranquila. Hoy puede ser el gran día de conocerla. Ya podremos ver sus divinos ojos …
Definitivamente, pasa algo. Parece que me llevan a algún lugar, pero lo extraño es que sigo en la oscuridad. Hoy el triángulo de luz, se ha convertido en un círculo.
– Ya todo está listo. No te preocupes. Hemos preparado la sala para atenderte bien. No sentirás el tiempo porque ya casi… es más, ya es hora.
– No puedo creerlo. Tanto tiempo y en unos minutos…
– No hables. Respira profundo…
Allí está la luz. No me equivocaba. Voy a seguirla, es tan bonita. Parece que allí todo es diferente. Por cierto escucho las voces más cerca…
– Respira, respira tranquila. Hay complicaciones. Tienes que tranquilizarte y respirar… ¡ENFERMERA!
Vi luz, pero fue sólo un momento, luego otra vez la conocida oscuridad. ¿Qué pasó? Siento unas manos muy cerca, me abrazan con fuerza, hay agua inundando mi rostro. Voy a tratar de abrir mis ojos. ¡Lo logré! Es una señora hermosa, que me habla mientras llora. Me besa, me besa y me besa. Llora, llora y llora. Escuché que me dijo: ¡Lourdes, no me dejes!
– Lourdes, yo te bautizo en el nombre del Padre…
Otra vez oscuridad. Y de repente, ¡luz! La mano y la voz que aparecían en mi sueño.
– ¡Lourdes, tienes unos ojos preciosos!
– Todo lo que veo con ellos, es precioso. ¿Quién eres?
– Tu Madre.
– ¿Quién era ella?
– Tu madre de la tierra.
– ¿Quién me quiere más?
– Las dos te queremos igual. Ella te quiere desde hace nueve meses. Yo desde que supe que estabas en la mente del Padre.
– Es cierto, oí algo de un Padre. ¿Por qué me quedé contigo y no con ella? Se veía que estaba muy triste y que me quería mucho.
– Sí, Lourdes. Te quedaste Conmigo porque naciste únicamente para gozar del cielo. Pero, en sus sueños, tu madre de la tierra siempre podrá hablar contigo, la podrás acariciar, acompañar y decirle que la amas.